En su nota, Obama confiesa que en su estudio privado, al lado del despacho Oval, guarda en una pequeña exposición un par de guantes y una fotografía de Mohamed Ali, entonces un joven campeón de solo 22 años que “rugía como un león” tras haber derrotado al boxeador Sonny Liston en un ring de Lewiston, en el estado de Maine.
Esta fotografía tomada en mayo 1965 durante el campeonato del mundo de boxeo de peso pesado es una de las más populares de Ali y tiene un significado simbólico porque, a partir de ese momento, el boxeador comenzó un carrera única e histórica.
“Cuando fue tomada (la fotografía) era demasiado joven para entender quién era”, recuerda el mandatario.
“El Ali que llegué a conocer cuando crecí no era solo un poeta tan hábil en el micrófono como lo era en el ring, sino un hombre que luchó por que era correcto. Un hombre que luchó por nosotros”, resalta Obama, que menciona las comparecencias públicas de Ali con Martin Luther King y el expresidente sudafricano Nelson Mandela.
Hombre firme
“Estuvo con King y Mandela, se plantó cuando era difícil, manifestó su opinión cuando otros no lo hacían. Su pelea fuera del ring le costaría su título y su posición pública. Le ganaría enemigos de la izquierda y la derecha, que le maldijeron y casi le envían a la cárcel. Pero Ali se mantuvo firme”, subraya Obama.
La última batalla que Ali libró, retirado del boxeo desde 1981, fue contra la enfermedad de Parkinson.
El fallecimiento de Ali va más allá del mundo del boxeo y repercute en la sociedad estadounidense, que hoy despide a un ícono que llamó a la igualdad de todas las personas sin importar su religión, condición social y color de piel durante la convulsa década de los 60, en plena lucha por los derechos civiles.
Fuera del ring, fue famoso por sus mensajes de libertad, paz e igualdad, así como por su rechazo a la guerra de Vietnam y al servicio militar.