Adoptada hace 10 días, la ley establece las reglas para permitir a adultos cuya muerte es “razonablemente previsible”, y siempre que consientan a ello, practicarse una eutanasia.
La norma fue votada en respuesta a un juicio de la Corte Suprema que había anulado los artículos del Código Penal que prohibían la eutanasia y el suicido asistido.
La Corte afirmó que la ayuda médica para morir debe ser ofrecida a los adultos cuya enfermedad es “grave e irreversible” y conlleva sufrimientos largos, persistentes e intolerables.
En su demanda, interpuesta frente a un tribunal de la provincia de Columbia Británica, Julia Lamb, de 25 años, alega que la ley es anticonstitucional porque excluye las personas cuyos sufrimientos no tienen “fin inmediato a la vista”, según un comunicado.
Calidad de vida
Lamb, que se desplaza en silla de ruedas desde temprana edad, sufre de atrofia muscular espinal, una enfermedad que causa debilidad y degeneración de los músculos esqueléticos.
Con el avance de su enfermedad, la mujer teme un día sufrir dolores constantes y no poder utilizar más sus manos o sus brazos, ni respirar por ella misma o incluso hablar.
“Tengo mucho miedo de volverme prisionera de mi cuerpo”, declaró en una conferencia de prensa televisada. “Una sombra ronda sobre mí”.
“Me gustaría tener la última palabra si mis sufrimientos se vuelven insoportables”, dijo.
Las personas que sufren de otras enfermedades como la esclerosis en placas o el mal de Parkinson no estarían cobijadas por esta ley.