Allí, en donde al caer la tarde los vecinos se reúnen entre el sonido de las cumbias y boleros, se baila en un nuevo ambiente tal como lo documentó la agencia de noticias AFP .
Lo que se observa en este espacio público es una muestra del efecto de la “guerra” contra las maras, lanzada hace 14 meses por el presidente Nayib Bukele.
“Aquí se vive un ambiente muy bonito, yo hago bailar a los cojos”, dijo sonriente a la AFP Sonia Isabel Aguilar, de 75 años, conocida popularmente como Yajaira.
Según comentó lleva “la música en las venas”, a la vez que admite que baila para “olvidar las penas”.
Ella misma sufrió de los flagelos a manos de las estructuras delictivas cuando hace 11 años la violencia de las pandillas le arrebataron a su hijo Carlos Antonio Cornejo, de 31 años.
Yajaira entonces se dispuso a ayudar en la crianza de su nieta, ahora quinceañera.
Los vecinos de la localidad aseguraron que antes del régimen de excepción, con el que han sido capturados más de 69 mil presuntos pandilleros, visitar o permanecer en esa plaza era arriesgado.
Según datos históricos, las maras fueron tomando el control territorial en el país tras el fin de su guerra civil entre 1980 y 1992.
A estos grupos, el gobierno les atribuye unas 120 mil muertes, más que las 75 mil que dejó el conflicto armado.
La agencia documentó que nueve de cada 10 salvadoreños apoyan la cruzada contra las pandillas, según encuestas. No obstante, aunque el plan de Bukele ha sido objeto de críticas por parte de la Iglesia Católica y organismos de derechos humanos, que aseguran que entre los detenidos hay muchos inocentes.
“El punto rojo”
La Plaza Libertad era un territorio en disputa entre la Mara Salvatrucha y una facción del Barrio 18, pues ambos bandos se dedicaban a extorsionar a los comerciante en el sector.
Pero ahora, es un punto de encuentro para un centenar de personas que aprovechan a bailar hasta que oscurece.
Además, se observa a los salvadoreños y turistas en las cafeterías y bares que han abierto en el centro de San Salvador.
“El centro histórico vive un renacer y es uno de los lugares más seguros del país”, afirmó recientemente Mario Durán, el alcalde de la capital. Antes “era el más peligroso, era el punto rojo de lo rojo”, dijo en entrevista a un medio televisivo local.
María Teresa Belloso, de 66 años, respalda lo que dice el alcalde. Ahora “hay más seguridad, ya uno se puede venir a sentar a los parques, porque antes uno venía con temor”, dice a la AFP mientras espera a alguien para bailar.
A un costado de la catedral de San Salvador, también se observa a una pareja mexicana que se gana la vida como estatuas humanas, vestidos con trajes dorados de charros.
“Que bueno que El Salvador está haciendo algo por la cultura”, comenta uno de ellos al celebrar que en la capital se están “liberando los espacios”.
Casi a la par con la cruzada contra las pandillas, la comuna capitalina llevó adelante un plan de reordenamiento para sacar a unos 3 mil 500 vendedores que tenían puestos callejeros en la zona central.
La mayor seguridad y la eliminación de puestos de venta ha permitido que la gente pueda caminar libremente por las aceras y redescubra viejos edificios comerciales, cines y hasta la iglesia El Calvario, de estilo gótico.