Trump, que la pasada semana quedó como el único candidato republicano elegible para la contienda por la Casa Blanca, defiende la deportación de EE. UU. de más de 11 millones de indocumentados y la construcción de un muro en su frontera sur para bloquear la inmigración clandestina.
En su alegato, el jefe del Ejecutivo mexicano recordó el lunes que se vive en una “comunidad mundial” y que el país forma parte de una región con una “vecindad geográfica” que marca la convivencia.
En México hay una “gran inquietud” por ciertos comentarios ligados al proceso electoral de Estados Unidos para elegir a su “presidente o presidenta”, afirmó al aludir tácitamente a Trump.
“Como integrantes de la sociedad mexicana hemos de no estar de acuerdo con algunos posicionamientos discriminatorios que lastiman sin duda la relación por décadas” entre ambas naciones, agregó.
No obstante, dijo que el Gobierno se mantendrá observante y respetuoso con los comicios de Estados Unidos, si bien velará para que, a través de embajada y consulados, los ciudadanos mexicanos residentes en el país vecino tengan “acceso pleno a sus derechos políticos”.
Con todo, aseguró que el Gobierno mexicano buscará “con quien resulte electo” seguir avanzando en una “relación constructiva” que logre una Norteamérica “más productiva y más competitiva”.
El Gobierno ha redoblado en los últimos meses sus esfuerzos diplomáticos para hacer frente a la imagen negativa que se está dando de México en su país vecino y principal socio comercial.
Por ello, nombró este abril al experimentado diplomático Carlos Sada como embajador en Washington, a Paulo Carreño como subsecretario para América del Norte y a Carlos Pérez Verdía, que dejó ese último cargo, como coordinador de asesores de Peña Nieto, del Partido Revolucionario Institucional.
Además, la canciller, Claudia Ruiz Massieu, visitó la pasada semana California, donde se refirió a la necesidad de “reposicionar” la imagen de México en EE. UU. y recordó “las valiosas” contribuciones de los migrantes mexicanos allí.