Pero a pesar del tono conciliador, Pekín advirtió que la paz sería “imposible” si ella daba el más mínimo paso hacia la independencia.
El sábado, China insistió en su posición.
“Los mecanismos (oficiales) de comunicación (entre Pekín y Taipéi desde el 2014) sólo podrán seguir funcionando si Tsai adhiere al consenso de 1992 (de “una sola China”), advirtió Ma Xiaoguang, portavoz de la Oficina de Asuntos Taiwaneses, citado por la agencia oficial Xinhua.
La agencia agregó que los contactos de Taiwán con organismos semioficiales chinos, que participaron en el acercamiento de la isla desde el 2008, tampoco podrían continuar sin suscribir el “consenso de 1992”.
Pekín sigue considerando la isla como parte de su territorio y aplica de forma tácita el principio de “una sola China”.
Pero la nueva presidenta, como su partido, el Partido Democrático Progresista (PDP), rechaza reconocer este consenso, que sí había apoyado su predecesor, el presidente Ma Ying-jeou, del partido Kuomintang (KMT) e impulsor de un gran acercamiento con el régimen comunista de Pekín.
La isla sigue su propio rumbo desde 1949, cuando los nacionalistas del KMT, liderados por Chiang Kai-shek, se refugiaron en la isla tras la victoria de los comunistas de Mao Zedong. Tras la muerte de Chiang, Taiwán abrazó poco a poco la democracia.
Tsai ha insistido en que mantendrá el statu quo con China, con la que querría tener un “diálogo positivo”, sin apartarse de la cultura democrática de Taiwán.