Aylan fue enterrado el viernes último en la ciudad siria de Kobani, a su vez un símbolo de la resistencia de los kurdos de ese país frente a los yihadistas de la organización Estado Islámico (EI).
El hermano de 4 años de Aylan, Ghaleb, y su madre Rihana también murieron ahogados. El único superviviente fue su padre Abdulá, que regresó a Kobani para estar cerca de las tumbas de sus seres queridos.
¿De qué me sirve?
Abdulá Kurdi, el padre del niño ahogado cuya imagen se ha convertido en símbolo de la tragedia de los refugiados sirios, señaló que las ofertas de asilo que pueda recibir en la actualidad llegan demasiado tarde.
“Si se me da ahora el mundo entero, ¿de qué me sirve?. Ya no tengo ni mujer ni hijos”, manifestó en una entrevista concedida al diario Le Journal du Dimanche”, en la que subrayó que el hecho de ser rechazados como refugiados de forma legal fue lo que provocó que emprendieran ese viaje clandestino.
La familia vivía en Damasco, pero el recrudecimiento del conflicto sirio les hizo partir primero a Alepo y posteriormente a Kobani y a Estambul, ciudad en la que contó que no les era posible vivir.
“A cualquier familia siria emigrada, a menos que haya miembros de la familia que trabajen, le es imposible sobrevivir”, señaló Kurdi, que aseguró haber solicitado antes de la tragedia refugio en Canadá, donde vive una de sus hermanas.