A continuación te ofrecemos todo lo que necesitas saber sobre el drama de las elecciones presidenciales estadounidenses que no parece tener fin.
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¿Qué estados están involucrados?
Los esfuerzos del Partido Verde están centrados en tres estados que Trump ganó: Wisconsin (por 22.177 votos), Michigan (por 10.704 votos) y Pensilvania (71.313 votos).
La semana pasada Stein comenzó una campaña en internet para reunir los fondos necesarios para llevar a cabo el proceso, ya que los tres estados establecen que el partido que hace la petición pague por el recuento.
Hasta ahora, se han obtenido más de US$6 millones, los cuales deben cubrir el costo, con dinero de sobra (lo cual llevó a que el comentarista liberal Joshua Marshall sugiriera que todo el proyecto es un “recurso publicitario” para obtener fondos para el Partido Verde).
El viernes, Stein formalmente solicitó el procedimiento en Wisconsin.
Los funcionarios de los condados en todo el estado podrán elegir si entregan todas las papeletas o si ellos las vuelven a introducir a sus máquinas tabuladoras.
Stein dijo que presentará una demanda para forzar a que todos los votos sean contados a mano.
El lunes el Partido Verde comenzó el proceso de recuento en Pensilvania.
La fecha límite para solicitar un recuento en Michigan es el miércoles.
Los tres estados suman 46 votos en el Colegio Electoral, más que suficientes para inclinar el resultado a favor de Clinton.
Según las leyes federales, todos los recuentos tienen que concluirse a los 35 días de las elecciones.
¿Cambiará algo?
Si los simpatizantes de Clinton están atravesando el periodo de duelo postelectoral, los millones de dólares que se han reunido para los esfuerzos de recuento muestran que muchos siguen todavía en la etapa de negación.
Para que Clinton sea declarada victoriosa se requeriría una oscilación de más de 100.000 votos en los tres estados, una medida que empequeñecería todos los recuentos de resultados previos.
Una petición de recuento solicitada por el Partido Verde en Ohio en 2004 resultó en que el demócrata John Kerry captara un gran total de 285 votos más que el presidente George W Bush, por ejemplo.
La infame batalla del recuento de Florida en 2000 requirió cambios en el conteo de votos que llegaban a los cientos.
Incluso Stein concedió que los recuentos probablemente no cambiarán el resultado de esta elección.
“Estos recuentos forman parte de un movimiento de integridad electoral para intentar destacar lo poco confiable que es el sistema electoral de EE.UU.”, escribió en su página web.
También existe la posibilidad de que el recuento, aunque no reúna suficientes votos para ayudar a Clinton, pueda revelar que los resultados fueron alterados, posiblemente por hackers extranjeros.
Aunque el gobierno de Barack Obama ha dicho que no hay evidencia que sustente esto, hay indicios de que hackers apoyados por Rusia entraron en las bases de datos de electores en Arizona e Illinois a principios de este año y fueron responsables de publicar emails privados de funcionarios de alto nivel del partido Demócrata y de la campaña de Clinton.
Según J. Alex Halderman, profesor de ciencias de la computación de la Universidad de Michigan, Estados Unidos, hay razones más que suficientes para apoyar los esfuerzos de recuento de Stein.
“Si se analiza la evidencia física en estos estados, incluso si no se encuentra nada incorrecto, ayudará a calmar las dudas y dar a los votantes la certeza justificada de que estos resultados son precisos”, escribe en el sitio web Medium.
“También establecerá un precedente para examinar de forma rutinaria las papeletas, lo cual ofrecerá un disuasivo importante contra los ciberataques en futuras elecciones”, agrega.
Por supuesto, esto no explica realmente por qué Stein está solicitando un recuento en Pensilvania, donde obtener cualquier tipo de información importante será difícil.
¿Por qué es diferente Pensilvania?
A diferencia de Wisconsin y Michigan, la mayoría de las máquinas de votación de Pensilvania no dejan un rastro de papel, así que no hay nada físico qué contar.
Un experto en votación le dijo al diario Los Ángeles Times que un recuento en Pensilvania sería un “escenario de pesadilla” que requeriría tener acceso a cada una de las máquinas de votación del estado, que datan de los años 80, para que sus resultados vuelvan a ser tabulados.
Sin embargo, la naturaleza relativamente arcaica de las máquinas de Pensilvania tiene un beneficio.
Ya que no están conectadas a internet, tendrían que ser individualmente hackeadas para poder alterar sus resultados, lo cual es una tarea abrumadora incluso para el entrometido más emprendedor.
Incluso el proceso de obtener un recuento en Pensilvania es complicado.
A diferencia de Wisconsin y Michigan, las solicitudes tienen que ser presentadas de distrito en distrito con al menos tres votantes en cada uno que deben entregar declaraciones juradas y certificadas por notario a sus funcionarios electorales locales.
Hay 9.163 distritos en Pensilvania, y hasta el lunes a mediodía la campaña de Stein informó que había completado solicitudes en “más de 100” locales.
Esto es una gota en un balde dado el margen con que Trump ganó en el estado.
¿Cuál es la posición de la campaña de Clinton?
El equipo de Clinton declaró este fin de semana que cooperaría con los esfuerzos de recuento de Stein.
Esto significa que la campaña de Clinton se asegurará de que tiene representantes en cualquier procedimiento legal que surja del recuento y observadores disponibles durante el proceso.
“Ya que nosotros no hemos descubierto ninguna evidencia justificable de hackeo o intentos externos de alterar la tecnología de votación, no hemos planeado ejercitar esta opción, pero ahora que ha sido iniciado un recuento en Wisconsin, intentamos participar para asegurarnos de que el proceso procede de una manera que es justa para todas las partes”, escribió en Medium el abogado de la campaña de Clinton Marc Erik Elias.
La propia Clinton se ha mantenido silenciosa sobre el asunto, igual que la mayoría de sus principales asesores.
¿Cómo ha reaccionado Donald Trump?
Si hay algo que se ha demostrado con el inminente recuento es que el Donald Trump postelectoral se está comportando casi igual que el Donald Trump preelectoral: el que corre a tuitear para exponer sus agravios y resolver agravios percibidos.
El domingo bombardeó con una serie de tuits acusando al Partido Verde de planear el recuento para “llenar sus arcas” y criticó a Clinton por no cumplir su concesión electoral en la que prometió aceptar los resultados.
Finalizó alegando que su pérdida frente a Clinton en las tabulaciones del voto popular se debió a que “millones de personas votaron ilegalmente” y a que hubo “un fraude electoral serio” en tres estados que Clinton ganó: Viriginia, New Hampshire y California.
¿Tiene alguna evidencia que apoye esas acusaciones?
No.
El lunes el portavoz de Trump, Jason Miller, citó un estudio publicado en el Washington Post en 2014 que ha sido ampliamente criticado y un informe del Pew Center que encontró discrepancias en las bases de datos de registros de electores, pero no dio evidencia concreta de que estos condujeron a fraude electoral.