“También se presentaron tres denuncias por agresiones sexuales, pero quienes las cometieron aún no han sido identificados” , añadió.
Entre los 31 sospechosos identificados, hay nueve argelinos, ocho marroquíes, cuatro sirios, cinco iraníes, un iraquí, un serbio y un estadounidenses. También dos alemanes.
La Policía local de Colonia (oeste) , distinta de la policía federal que también estaba desplegada en el centro de la ciudad durante la noche del 31 de diciembre, asegura haber registrado 121 denuncias por agresiones sexuales.
Aunque los investigadores no anunciaron ninguna detención hasta ahora, el canal público de la región de Colonia, WDR, aseguró el viernes que la Policía detuvo a dos hombres por lo ocurrido.
Según ese medio, los policías descubrieron en sus móviles vídeos grabados durante la Nochevieja en los que se veían agresiones a mujeres, así como una hoja de papel en la que estaban apuntadas las traducciones de términos sexuales del árabe al alemán.
Las violencias de fin de año en Colonia, cometidas según testigos por hombres de apariencia “norteafricana” o “árabe” , conmocionaron a los alemanes e incrementaron la presión sobre la canciller Angela Merkel, que defendió una política de puertas abiertas a los refugiados procedentes de Siria, Irak o Afganistán.
Varios responsables políticos vincularon esa política de apertura con las agresiones.
Suspenden a jefe de policía
El jefe de la policía de Colonia fue suspendido el viernes tras recibir duras críticas por la actuación de sus agentes a la hora de evitar las agresiones sexuales y robos cometidos contra mujeres durante la Nochevieja, informó la prensa alemana.
Wolfgang Albers, de 60 años, fue suspendido “temporalmente” , indicaron la agencia DPA y el diario Koelner Stadt-Anzeiger, citando a fuentes de la administración local.
Temen que justos paguen por pecadores
“Nuestra primera reacción fue: ahora los alemanes nos van a odiar” , reconoce Asim Vllaznim, recordando el momento en el que su familia se enteró por televisión de las agresiones de Nochevieja en Colonia.
“Lo que hicieron en la estación central es una vergüenza” , se indigna este kosovar de 32 años, en la habitación de un centro de solicitantes de asilo de esta ciudad del oeste de Alemania en la que ofrece té.
La noche del 31 de diciembre se convirtió en una pesadilla en Colonia cuando pandillas de hombres agredieron a mujeres en las inmediaciones de la catedral y de la estación. Algunos testigos afirman que eran “árabes” y “norteafricanos” .
La Policía recibió más de 120 demandas por agresiones sexuales o robo, o los dos. Además dos mujeres declararon haber sido violadas. Hubo hechos similares, a menor escala, en Hamburgo (norte) y Stuttgart (sur) .
El ministerio federal del Interior afirma que la Policía está investigando a 31 “sospechosos” , de los cuales 18 son solicitantes de asilo, por actos violentos y robos cometidos esa noche. No menciona que sea por agresiones sexuales ni informa de detenciones.
Las autoridades locales piden evitar hacer amalgama, pero algunas voces establecen un vínculo directo entre los refugiados y lo ocurrido en el país, que acogió a 1.1 millón de solicitantes de asilo en el 2015.
Presión
“No son buenas noticias para Merkel” , suspira Vllaznim, mientras dos de sus cinco hijos saltan en la cama.
Él tiene fe en la canciller y en su “Lo conseguiremos” que repitió hasta la saciedad a los alemanes cuando empezaban a preocuparse por el flujo de refugiados. Pero sabe que “mamá Merkel” se encuentra bajo presión.
“Doy las gracias a los alemanes por habernos acogido. (…) Querría decirles que no tengan miedo” , prosigue este kosovar que lleva año y medio en Colonia.
Harto de las discriminaciones contra los Ashkalis, la minoría étnica a la que pertenece su familia, se fue de los Balcanes para que sus hijos no crecieran allí.
“No somos mala gente, sólo buscamos una vida mejor” , dice. Vllaznim espera que el alcohol no pervirtiera a algunos refugiados. “Sería terrible” , dice este hombre, partidario de que todos los agresores acaben “en la cárcel” .
“En todas las culturas, hay gente que no se comporta correctamente” , suspira una bosníaca de 36 años que prefiere permanecer en el anonimato.
“No hay que meter a todos los refugiados en el mismo saco” , afirma en un pasillo del edificio de ladrillo que alberga a 623 solicitantes de asilo, en vez de los 550 autorizados. Colonia acoge actualmente a 10.150 en este tipo de centros de emergencia.
Desconfianza
La desconfianza es mutua, reconoce esta madre de dos niñas. Ella es musulmana pero hace meses que no viste el velo islámico ni sale del centro pasadas las cuatro de la tarde debido a los incendios intencionados de los albergues de refugiados y a agresiones.
Después del drama de Colonia, “entendemos que algunos alemanes tengan miedo” , explica. Pero los culpables “quizá no sean refugiados” , espera la mujer.
Entre tanto, en internet los rumores y las informaciones falsas van en aumento, y la incertidumbre aviva el descontento.
“Estaría bien saber de quién se trata para detener a los culpables y que los envíen a sus países, poco importa cuál sea” , suelta Rute Graca, de 42 años, camino de su lugar de trabajo.
“La gente es más desconfiada que hace un mes” , comenta Abdul Baldeh mientras espera el tren. Tiene 28 años y huyó de Guinea. “No hemos venido para crear problemas. Lo que quiero es aprender alemán, tener un trabajo y ser libre” .