“O referéndum o referéndum”, proclamó el presidente catalán en su discurso en el debate de una cuestión de confianza en el Parlamento regional, antes de que mañana los grupos parlamentarios se pronuncien en una votación en la que tiene a priori garantizada su victoria parlamentaria.
Puigdemont ha defendido el “referendo acordado” con el Estado como la solución idónea, y ha mostrado toda su “disposición a colaborar lealmente con un Gobierno español que quiera colaborar lealmente con un gobierno catalán” que tiene intención de convocar un referendo sobre la independencia de Cataluña.
Si hay un Gobierno en España dispuesto a sentarse a hablar, ha garantizado su predisposición a negociar los detalles de esta consulta: la pregunta, la fecha, los quórums necesarios para considerarla válida y la moratoria hasta un nuevo referendo.
Pero ha dejado claro que, si bien su mano tendida para acordar un referéndum con el Estado “no caduca”, tampoco “paraliza” el proceso soberanista y ha subrayado que a finales de julio del 2017 el Parlament ya habrá aprobado las estructuras de Estado básicas y Cataluña estará “preparada para poderse desconectar con plenas garantías” del Estado.
“Perseguiremos el acuerdo hasta el último día”, ha asegurado Puigdemont, “pero, si llegamos al final de la legislatura y no ha habido respuesta positiva” por parte del Estado, “estaremos preparados y a punto para subir el último escalón antes de proclamar de manera efectiva la independencia”.
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