Dos días después de la cumbre climática de Nueva York, en la que no se obtuvieron los resultados esperados por los defensores del medioambiente, el informe subrayó que aplicar medidas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero podría suponer una gran diferencia.
Reduciendo las emisiones, los cambios nefastos en el océano no se detendrían repentinamente, pero se ralentizarían. De esta manera, “habría más posibilidades de conservar los ecosistemas y permitiría ganar tiempo“, subraya la climatóloga Valérie Masson-Delmotte, que participó en la redacción del documento de 900 páginas del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), basado en miles de estudios científicos.
Ganar tiempo para, por ejemplo, prepararse a la subida de las aguas que favorece las tormentas y las olas gigantes. ¿Cómo? Construyendo diques alrededor de las grandes megalópolis costeras como Nueva York o anticipando el desplazamiento inevitable de algunas poblaciones, sobre todo de los pequeños Estados insulares que podrían volverse inhabitables para finales de siglo.
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“Centenares de miles de millones de dólares”
El ritmo de crecimiento del nivel de los océanos fue 2,5 veces más rápido a principios del siglo XXI que en el siglo XX y continuará aumentando.
No es un “problema técnico o medioambiental. No podemos poner una tirita encima para que desaparezca”, según otro autor del informe, Bruce Glavovic, de la Universidad Massey de Nueva Zelanda. Esto “redefinirá los litorales del mundo enero, ahí donde se concentran las poblaciones”.
En estas costas, construir protecciones podría reducir el riesgo de inundaciones de una entre 100 a una entre 1.000, pero costaría “entre decenas y centenares de miles de millones de dólares anuales”, según el informe.
Estas protecciones serán sin embargo más eficaces en las megalópolis costeras que en los grandes deltas agrícolas o los pequeños estados insulares, que de todas formas tampoco tendrán los recursos financieros para realizar esas obras.
En total, según el informe, más de 1.000 millones de personas vivirán de aquí a mediados de siglo en zonas costeras poco elevadas, especialmente vulnerables a las inundaciones y a otros eventos meteorológicos extremos amplificados por la subida del nivel del mar y el desarreglo climático.
E incluso en un mundo con un calentamiento a +2 ºC, muchas megalópolis y pequeñas islas se verían golpeadas de aquí a 2050 por un evento extremo al menos una vez al año, en vez de una vez cada 100 años como hasta ahora.
El mundo se comprometió en 2015 en el Acuerdo de París a limitar el calentamiento a +2 ºC, e incluso a +1,5º C respecto a la era preindustrial, reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con las actividades humanas.
Los océanos, que cubren más del 70% de la superficie terrestre, absorbieron alrededor de una cuarta parte de estas emisiones y 90% del calor suplementario generado por el CO2 producido por el hombre. Y con consecuencias palpables: alza de la temperatura del mar, acidifiación, pérdida de oxígeno.
“Promesas demasiado débiles”
Estos cambios provocan impactos en cadena en los ecosistemas de los que depende el hombre, como en los arrecifes coralinos vitales para muchas especies de peces, así como en las regiones montañosas, cuyas poblaciones dependen del agua de los glaciares.
Este informe adoptado por los 195 Estados miembros del IPCC es el cuarto opus científico de la ONU en un año para alertar de los impactos del cambio climático y plantear soluciones de remediarlo o al menos limitarlo.
Pero pese a las pruebas científicas incontestables y a la movilización de millones de jóvenes en las calles del mundo entero la semana pasada, los dirigentes mundiales reunidos en Nueva York el lunes no estuvieron a la altura de la urgencia climática, según los defensores del medioambiente.
“Con las promesas demasiado débiles de los Estados, tenemos más posibilidades de hacer saltar por los aires el banco del casino de Montecarlo que de limitar el calentamiento a + 1,5 ºC”, comentó Stephen Cornelius, de WWF.
Los compromisos internacionales actuales, si se respetaran, conducirían a un mundo a +3 ºC.
El IPCC afirma además en su informe que los océanos también pueden ofrecer soluciones para ayudar a reducir las emisiones, sobre todo en cuanto al desarrollo de energías renovables.
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