Pero en los últimos años el Kremlin ha invertido cientos de miles de millones en modernizar su tríada nuclear: misiles intercontinentales, submarinos atómicos y aviación estratégica.
Todo empezó en Siria, donde Putin dijo que Rusia demostró a todos el potencial del Ejército ruso, que no solo salvó el régimen de Bachar al Asad, sino que envió un aviso al mundo: Rusia ha vuelto como superpotencia militar.
“Insisto, ningún país en el mundo tiene, a día de hoy, las armas que tenemos nosotros. ¡Fin de la cita!”, subrayó.
Putin empezó con el misil intercontinental pesado Sarmat, “de alcance prácticamente ilimitado” contra el que “el sistema antimisiles norteamericano “no tendrá nada que hacer”.
“Es un arma terrible capaz de golpear objetivos tanto sobrevolando el Polo Norte como el Polo Sur. Le llamamos Sarmat. Nuestros colegas extranjeros, como ustedes saben le han puesto un nombre muy amenazador, Satán”, aseguró, en alusión al misil SS-X-30 Satan-2, según la clasificación de la Otán.
Después de criticar a Washington por desplegar sus elementos estratégicos en Polonia y Rumanía, aseguró que Rusia ha desarrollado cohetes que “no utilizan la trayectoria balística para alcanzar su objetivo”, por lo que no pueden ser detectados por el escudo de EEUU.
Putin hizo alarde también de que las Fuerzas Armadas ya cuentan con armas “hipersónicas”, ya en servicio en el distrito militar sur, que cubre el mar Negro y Crimea.
Y lo mismo dijo del “armamento láser”, en manos de los militares rusos desde el pasado año, terreno en el que Rusia va “un paso por delante” de Occidente, según el líder ruso.
Subrayó que en cuestión de unos pocos años Rusia ha dado “un inusitado paso adelante” en el desarrollo de armamento de nueva generación “por un módico precio” y que garantizará “la seguridad de Rusia a largo plazo”.
“Pueden volar por las capas densas de la atmósfera”, dijo también sobre los “novísimos” sistemas “Avangard”, equipados con misiles de crucero propulsados con energía nuclear.
Como si fuera el guionista de una película de ciencia ficción, subrayó que “avanzan hacia el objetivo como si fueran un meteorito, como una bola de fuego”.
El poderío militar ruso se manifiesta no solo en tierra y aire, sino también en el mar, con aparatos submarinos no tripulados, que son mucho más veloces que los sumergibles tradicionales, de desplazamiento silencioso y pueden portar cargas nucleares.
“No les he mostrado hoy todas las armas que tenemos. Por hoy, es suficiente. Confío en que todo lo dicho en mi mensaje sirva para calmar a cualquier agresor potencial”, aseveró.
Pero recordó que la doctrina militar rusa sólo contempla el uso de armas nucleares en respuesta a una agresión exterior y subrayó que “la potencia militar de Rusia no amenaza a nadie” y que su arsenal estratégico es una “segura garantía de paz en el planeta”, ya que mantiene el equilibrio de fuerzas.
“No amenazamos a nadie y no tenemos intención de atacar a nadie (…). Estamos interesados en una cooperación constructiva con EE. UU. y la Unión Europea. Incluso si nuestras posturas no coinciden, de todas formas seguiremos siendo socios”, sentenció.
Putin ya cargó duramente en diciembre pasado contra la nueva estrategia de seguridad nacional aprobada por el presidente Donald Trump, aunque el ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, aseguró hoy que ahora resulta que el paraguas antimisiles de EE. UU. está “agujereado”.