Más de 6.000 invitados, entre ellos ministros del Gobierno saliente, diputados y senadores, miembros del cuerpo diplomático, autoridades civiles, eclesiásticas y militares, asistieron a la ceremonia.
Entre ellos, el primer ministro, Dimitri Medvédev, que tras presentar su dimisión con todo el Ejecutivo como marca la Constitución, fue de nuevo propuesto por Putin para encabezar el Gobierno y cuya candidatura será aprobada mañana, sin duda, por la Duma (Cámara baja del Parlamento), controlada por el partido oficialista Rusia Unida.
De esta manera, se mantendrá por otros seis años el tándem que ha dirigido el país la última década, desde el periodo 2008-2012 en el que Medvédev ostentó el cargo de presidente y Putin el de jefe de Gobierno, antes de intercambiarse los roles.
Putin, quien fuera oficial del KGB antes de entrar en política, recibió el pasado 18 de marzo el mayor respaldo popular desde su llegada al poder, en unos comicios presidenciales en los que obtuvo el 76.69 por ciento de los votos.
Una histórica victoria en la que los observadores internacionales no denunciaron grandes irregularidades, pero sí la ausencia de una competencia real, ya que la oposición extraparlamentaria, representada por el abogado y bloguero Alexéi Navalni, no pudo concurrir.
Precisamente, la ceremonia de investidura estuvo precedida este fin de semana por grandes manifestaciones convocadas por Navalni en las que la policía se empleó a fondo y detuvo a cientos de personas, la mayoría jóvenes partidarios del opositor.
Pero hoy, el flamante presidente calificó su victoria electoral como “un enorme capital político y sólido soporte moral”, por lo que agradeció a la ciudadanía rusa su unidad y confianza en que “mucho puede cambiarse para mejor”.
“Gracias por el nivel de apoyo sincero que ustedes, ciudadanos de Rusia, me brindaron en las elecciones presidenciales”, añadió.
Un apoyo que, aseguró, le ha servido estos años para “defender nuestras posiciones en la arena internacional”, para “defender nuestros intereses” y recuperar “el orgullo por la patria, por nuestros valores tradicionales”.
Esa recuperación de Rusia como potencia en la arena internacional propiciada por el jefe del Kremlin ha estado en el origen de las tensiones de Rusia con Occidente que han marcado los últimos años de mandato de Putin.
Según una encuesta publicada por el Centro Levada, el 47 por ciento de los rusos consideran que Putin ha conseguido devolverle al país su condición de gran potencia.
La guerra en Ucrania tras el derrocamiento del presidente prorruso Víctor Yanukóvich y la instauración de un Gobierno proeuropeo en Kiev, y la anexión de la península de Crimea llevaron a la imposición de sanciones contra Moscú.
Y las relaciones se hicieron aún más tensas con la decisiva intervención rusa en Siria que ha permitido a su aliado Bachar al Asad mantenerse en el poder, y con las acusaciones de injerencia rusa en distintos procesos electorales y contenciosos en países de Europa y Estados Unidos.
Ahora, salvo que se reforme la Constitución, que prohíbe encadenar más de dos mandatos consecutivos, este mandato de seis años hasta el 2024 será el último para Putin, de 65 años, que poco antes de las elecciones descartó la posibilidad de perpetuarse en el poder.
“Deben estar bromeando. ¿Qué debo hacer? ¿Quedarme aquí hasta los cien años? Nada de eso”, dijo a los periodistas.
Intereses rusos
Aunque Putin habló durante la campaña de la potencia militar rusa, tras su reelección asegura querer reducir los gastos militares en 2018 y 2019 y niega que exista una nueva carrera armamentística.
Desde 2014, con la anexión de la península ucraniana de Crimea, su popularidad en Rusia se ha reforzado todavía más. Pero ahora su objetivo “no es anexar nuevos territorios a Rusia sino hacer que el mundo entero tome en cuenta los intereses rusos y acepte sus conquistas”, dijo a la AFP el analista Dimitri Orechkin.
Rusia, objeto desde el 2014 de sanciones occidentales sin precedentes por la crisis ucraniana, también se opone a los países occidentales en la guerra en Siria y está acusado de injerencias en la campaña electoral de Donald Trump.
La confrontación Este-Oeste se ha acentuado todavía más con las acusaciones de Reino Unido de que Rusia es responsable del envenenamiento de un exespía ruso en territorio británico, que el Kremlin niega.
Putin debería mantenerse en el poder hasta el 2024, cuando tenga 72 años.
Preguntado tras su reelección en marzo por sus planes después de esa fecha respondió. “¡Está de broma! ¿Que voy hacer, quedarme hasta los cien? No”.
Excepto en caso de reforma constitucional, Putin no podrá ser candidato en el 2024 porque la Constitución rusa prohíbe dos mandatos consecutivos.
Los expertos apuntan al que el presidente ruso podría preparar en los próximos años su sucesión aunque de momento no ha dado ninguna pista.
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