La granja en Goyang, una ciudad al norte de Seúl, “parecía más un calabozo, había poca luz y casi nada de ventilación, así que el hedor a solución de amoniaco hacía llorar los ojos a quien recorriera el lugar”, dijo Kelly O’Meara, que supervisa los proyectos internacionales de la sociedad relacionados con animales de compañía.
Unas 17 mil granjas más de este tipo continúan en funcionamiento en Corea del Sur, informó O’Meara. Sin embargo, afirmó, se trata de un negocio en decadencia en una sociedad donde la demanda de carne de perro va a la baja.
“Se podían ver ojos que lo miraban a uno, pero era difícil distinguir a los perros mismos en la oscuridad en que los tenían”.
Sin embargo, cada año se consume todavía la carne de unos dos millones de perros.
En Estados Unidos, los perros rescatados estarán disponibles para adopción una vez que los albergues evalúen su conducta y necesidades médicas, y garanticen que cada uno está listo para una nueva vida en casa de alguien.
En Corea del Sur, los perros no recibían ningún cuidado veterinario, dijo O’Meara. “O resistían o morían en la jaula y sólo les daban comida suficiente para mantenerlos vivos”, añadió.
Entre los más de 800 perros destinados a consumo humano que la Sociedad Humana ha rescatado desde 2015 en siete granjas había canes cruzados y de raza pura, desde un chihuahueño y un maltés hasta varios spaniel y un San Bernardo.