Esas supuestas irregularidades se refieren a tres decretos que modificaron los presupuestos sin autorización del Congreso y al atraso en depósitos a la banca pública, lo que, según la acusación, equivale a la concesión de créditos al Gobierno, algo que está vedado por la Constitución brasileña.
La acusación considera que esas operaciones suponen un “delito de responsabilidad”, que la Constitución contempla como un motivo para la destitución de un jefe de Estado, pero la defensa niega cualquier irregularidad y argumenta que todos los presidentes de la era democrática hicieron maniobras similares.
La suerte de la primera presidenta de Brasil está en manos de 81 senadores y si 54 de ellos, dos tercios de la Cámara Alta, votan a favor de su destitución, perderá el cargo, que pasaría a manos del que era su vicepresidente, Michel Temer, y quien ejerce la jefatura del Estado de forma interina desde el 12 de mayo.
En ese caso, Temer se mantendría en el poder hasta el 1 de enero de 2019, cuando le entregaría el cargo al ganador de las elecciones previstas para octubre de 2018, pero si el Senado vota en sentido contrario, Rousseff recuperaría la Presidencia de forma inmediata.
El cambio en la Presidencia supondría además un fuerte viraje político, que ya ha sido palpable en estos meses, puesto que Rousseff defendía un fuerte gasto social y el Gobierno de Temer prepara drásticos cortes presupuestarios, privatizaciones y recortes en derechos laborales para hacer frente a la honda recesión que atraviesa el país.
La mayoría de los 81 senadores ya ha manifestado su convicción de que Rousseff incurrió en las irregularidades que se le imputan y, de hecho, en las dos votaciones anteriores que se realizaron en la Cámara Alta en fases anteriores del proceso, se superaron los dos tercios, con 55 votos en la primera y 59 en la segunda.
La sesión en la que comparecerá Rousseff se prevé larga, comenzará a las 9.00 (12.00 GMT) con una declaración de la mandataria, que durará media hora y podría alargarse otra media con la venia del presidente del Tribunal Supremo, Ricardo Lewandowski, que preside el juicio político como garante constitucional.
Después se iniciará un turno de preguntas, en el que todos los senadores tienen derecho a intervenir por cinco minutos y en el que Rousseff no tiene límite para exponer sus argumentos.
A continuación se celebrará un debate en el que todos los senadores podrán hablar por diez minutos y en el que la acusación y defensa presentarán sus alegatos finales durante una hora y media, antes de realizar la votación final, que podría tener lugar entre el martes y el miércoles.
Los senadores contrarios a Rousseff mantuvieron reuniones preparatorias este domingo y aseguraron que pretenden hacer preguntas técnicas, restringidas a las maniobras por las que se le acusa, pero avisaron que serán beligerantes si la presidenta les “provoca” .
Estos entenderían como una provocación cualquier alusión a que el proceso se trata de un “golpe de Estado” , tesis que ha defendido Rousseff de forma insistente, o si saca a relucir el escándalo de corrupción en Petrobras, por el que es investigada buena parte de los senadores y diputados de todo el arco parlamentario.
La mandataria suspendida pretende acudir al Senado acompañada de su padrino político y antecesor, Luiz Inácio Lula da Silva, y arropada por los movimientos sociales que se concentrarán a las puertas de la sede legislativa.
Este domingo estos grupos de izquierdas realizaron una concentración en el estacionamiento del pabellón deportivo Nilson Nelson, en el centro de Brasilia, en la que participaron unas 400 personas, cifra muy reducida en comparación a las manifestaciones ocurridas en meses anteriores.
Los manifestantes llevaban pancartas como “Fuera Temer” , “el golpe es contra ti” y “no pierdas tus derechos” y además habían colocado otro cartel con la leyenda “no al golpe de Estado” en el Eixo Monumental, la principal avenida de Brasilia.
Temer enfrenta campo minado
Todo indica que Michel Temer asumirá esta semana la presidencia de Brasil si como indican los sondeos el Senado destituye a Dilma Rousseff. Pero no son tiempos de festejos en la mayor economía latinoamericana.
La larga lista de desafíos económicos, políticos, sociales y hasta judiciales anticipan dos años arduos de gobierno, donde deberá oxigenar una economía en una de las peores crisis de su historia y atender a las presiones de la heterogénea base de partidos que impulsó su ascenso.
Todo, bajo la negra sombra del escándalo de corrupción en Petrobras.
Política
A los 75 años Temer es una pieza permanente del ajedrez del poder brasileño. Pero su popularidad es magra (en torno al 13%) y llegaría al poder de forma accidentada, sin la legitimidad que dan las urnas.
Hombre fuerte del mayor partido de Brasil, el PMDB de centro-derecha, este hombre que asumió de forma provisoria el gobierno de Rousseff, cuando esta fue suspendida del poder, aspira a quedarse hasta fin de 2018. Para eso, construyó su gobierno con un equipo económico prestigioso y un gabinete multipartidario ligado al “centrao” (gran centro) , un grupo mayoritario en el Congreso, conservador en lo político y liberal en lo económico. Y ahora estará bajo presión para cumplir con los sectores que lo auparon.
“Temer está apoyado por sectores conservadores y vio una oportunidad de llegar a la presidencia. Pero él es un conciliador y nunca defendió la privatización de Petrobras o la venta de tierras, todas ideas que están apareciendo ahora” , dijo a la AFP Roberto Requiao, senador del PMDB contrario al impeachment.
“Y si no lleva adelante ese programa radical, no va a resistir las exigencias de esos grupos conservadores, y si lo hace, estallará otra crisis” , añadió.
La fragmentación partidaria es parte del fenómeno que fragilizó a Rousseff.
En sus propias palabras, el expresidente Fernando Henrique Cardoso (1995-2002) necesitaba tres partidos para lograr una mayoría simple y aprobar un proyecto en el Congreso. Ella precisaba 14, un sistema al borde del parlamentarismo.
Economía
Es el mayor desafío y la mayor apuesta: pasar de un modelo de mayor intervención en la economía a uno de sesgo liberal.
Con el país rumbo a su primer bienio recesivo desde los años 30, el equipo económico de Henrique Meirelles -jefe del banco central durante las presidencias de Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010) – quiere frenar el gasto, flexibilizar el mercado laboral y reducir el costo de las jubilaciones.
Todos los caminos apuntan a la vuelta del rigor para restaurar los equilibrios macroeconómicos. Y todas esas iniciativas requieren enmiendas constitucionales.
“Ahora tiene que demostrar a qué vino” , dijo Carlos Kawall, economista jefe del Banco Safra y exsecretario del Tesoro Nacional.
Con el desplome del 3,8% del PIB en 2015 y una contracción de 3,1% estimada para este año, Brasil cruje tras un largo aletargamiento. El desempleo marcó un récord de 11,3% en junio, la inflación es de 8,74% y el déficit primario equivale al 2,51% del PIB.
“El nivel de gasto público es insustentable y no hay opciones para resolverlo sin reformas. La llave hoy es el ajuste estructural. Si no lo consigue entraremos en una crisis más profunda” , agregó.
Estallidos sociales
Temer representa el poder del “establishment” en Brasil y el Partido de los Trabajadores (PT) de Rousseff encarnaba la idea de cambio.
Ahora, el PT apuesta a un renacer de los movimientos sociales, que durante más de 13 años se beneficiaron con la amplia agenda de derechos y programas como Bolsa Familia.
“El ajuste hará perder fondos a los movimientos sociales, que durante los gobiernos del PT fueron próximos, quedaron muy ligados al poder, y ahora pueden reorganizarse” , dijo Luiz Alberto de Souza, sociólogo de la Universidad Candido Mendes, en Rio.
“Los sindicatos se pondrán en movimiento con las reformas” , apuntó Kawall.
Corrupción
La corrupción en Petrobras, una confabulación empresarial y política que desvió millones de dólares de la estatal pertrolera, no esquivó al gobierno interino.
En su primer mes de gobierno interino, Temer perdió tres ministros por el “Petrolao” y su nombre fue mencionado en delaciones hechas por acusados que buscan una reducción de sus condenas.
Temer negó los señalamientos y no está siendo investigado. Pero el caso fue la bandera de las manifestaciones que sustentaron el impeachment.
También enfrenta una investigación del Tribunal Superior Electoral sobre presunta financiación ilegal durante la campaña que alcanza a la fórmula que integró con Rousseff.