Las marchas pacíficas convocadas en memoria del político liberal en Moscú, San Petersburgo y otras ciudades de la Rusia europea y de Siberia se convirtieron en manifestaciones antigubernamentales a falta de seis meses para las elecciones parlamentarias.
La oposición extraparlamentaria volvió a acusar al presidente, Vladímir Putin, de crear el clima de odio que condujo a la muerte de Nemtsov, considerado el crimen político más sonado de la historia de ese país desde la caída de la URSS hace 25 años.
“Nemtsov fue asesinado por defender la libertad”, rezaba la gran pancarta agujereada con simbólicos impactos de bala que abría la marcha, columna que era encabezada por los hijos del político liberal y por el ex primer ministro Mijaíl Kasiánov, su más estrecho aliado.
Cuando fue baleado, Nemtsov, viceprimer ministro (1997-1998) y delfín del primer presidente democráticamente elegido en la historia de Rusia, Borís Yeltsin, investigaba la muerte de soldados rusos en el este de Ucrania.
Muchos manifestantes portaban banderas del partido de Nemtsov, PARNAS, pero también muchas tricolores rusas, en un intento de rechazar las acusaciones de que los opositores son “enemigos del pueblo” a sueldo de Estados Unidos.
En Moscú los manifestantes no dudaron en acusar directamente del asesinato al presidente chechén, Ramzán Kadírov, un protegido de Putin que también es acusado de estar detrás de la muerte hace casi diez años de la periodista Anna Politkóvskaya.
Pese a sus récords de popularidad desde la anexión hace dos años de Crimea y la reciente intervención aérea en Siria, algunos manifestantes, como Valeria, una pensionista de 72 años, acusan a Putin de reprimir las libertades fundamentales.