Aunque lo habitual es que precisamente en estos días de enero las temperaturas sean incluso inferiores, la festividad coincide este año con una copiosa nevada y fuertes vientos que incrementan con creces la sensación de frío.
Tan sólo en la capital rusa, unos 70 mil valientes tomaron parte en la fiesta de la Epifanía, que comenzó anoche y se prolonga el día de hoy, según datos del ministerio de Emergencias de Rusia.
Entre ellos estaba el polémico líder del ultranacionalista Partido Liberal Demócrata de Rusia, Vladiímir Yirinovski, que no dudó en criticar que el resto de los diputados del Parlamento ruso no expiaran sus pecados como manda la tradición ortodoxa.
“¿Dónde estaban los diputados? No he visto a ninguno. ¿Creen que es agradable sumergirse en agua fría?”, dijo a los periodistas esta mañana, después de cumplir anoche con el rito en la Plaza de la Revolución, a escasos metros del Kremlin.
Miles de moscovitas hicieron cola para bañarse en una de las tres grandes pilas bautismales colocadas en esa c��ntrica plaza, acomodada con vestuarios, alfombras y puestos de té caliente para reconfortarse después del baño.
Los popes bendijeron desde la madrugada con crucifijos de plata miles de pozas, estanques, ríos e incluso agujeros abiertos en el mar para que los rusos puedan cumplir con esa sagrada costumbre desde Moscú hasta la península de Kamchatka, en el Extremo Oriente.
Los fieles deben descender por una escalera de madera y sumergirse tres veces en el agua, al tiempo que se persignan, piden a Dios que perdone sus pecados y rezan por su propia alma y la de sus seres queridos.
“A la poza hay que ir sin espíritu de bravura, sin intención alguna de mostrar los músculos y otras partes del cuerpo al sexo opuesto”, explica el rito un cura ortodoxo.
Durante la ceremonia del bautismo del agua en la catedral de la Aparición del Señor de Moscú, el patriarca de la Iglesia Ortodoxa Rusa, Kirill, recordó a los creyentes que no deben presumir nunca de sus logros ni talentos.
“Las capacidades nos vienen de Dios. Por eso nunca debemos enorgullecernos de ellas, y el talento nunca debe ser motivo de vanidad. Todo eso es pecado”, dijo a los congregados.
Muchos valientes se zambullen al aire libre en pleno invierno no por fe religiosa, sino porque creen firmemente en que esa clase de baños alivia y previene los catarros, enfermedades coronarias, infartos y derrames cerebrales.
Algunos médicos dan fe a la creencia popular de que los baños en aguas heladas fortalecen la salud: el cuerpo, aseguran, activa todos sus mecanismos de defensa al someterse a un ambiente hostil y como resultado vence algunas dolencias.
En toda Rusia, las autoridades han habilitado cerca de tres mil lugares para el baño, mientras que más de 35 mil personas y ocho mil 600 vehículos, incluidas unidades médicas, garantizan la seguridad y velan por la salud de los atrevidos bañistas.
En la ciudad de Jabárovsk, en el extremo oriente del país, han abierto una piscina con agua caliente para los más frioleros, mientras que en el enclave de Kaliningrado, una gran hoguera calienta a los bañistas al lado de las pilas bautismales.
Una encuesta realizada por el prestigioso Centro Levada reveló que un 7% de los rusos tenía intención de participar en los baños tradicionales que conmemoran el bautismo que recibió Jesús en las aguas del río Jordán a manos de Juan el Bautista.
Otro 24% de los encuestados aseguró que celebraría la festividad en casa, mientras que el 35% planeaba acudir a las iglesias.
También los militares rusos en misión en Siria pudieron cumplir con la tradición sin salir de la base aérea de Jmeimim, en la que tiene su cuartel general el contingente de las Fuerzas Aéreas de Rusia que combaten a los yihadistas en ese país árabe.
Los soldados se sumergieron en pequeñas piscinas hinchables, como se pudo ver en las televisiones rusas, pero eso sí, con una temperatura ambiente de 10 grados, muy superior a la que se registra estos días en Rusia.