Su tribunal atiende los procesos de caza furtiva con la misma frecuencia que los “casos de robo en tiendas del pueblo”, asegura la fiscal.
Los números le dan la razón, por lo que Sudáfrica debería batir el récord en el 2015 del año anterior de mil 215 rinocerontes cazados por su cuerno, muy popular en Asia, donde le atribuyen poderes medicinales.
En el cuarto contiguo de la sala de audiencias, los detenidos, principalmente inmigrantes ilegales del vecino Mozambique, están esposados detrás de los barrotes y esperan comparecer ante el juez.
Esta mañana de junio, inesperadamente cálida siendo el comienzo del invierno austral, es Elliot Mzimba quien está en la mira de Ansie Venter.
Con un pantalón vaquero descolorido este padre de familia de 43 años fue arrestado al principio de año en el parque Kruger con un arma y dos municiones.
El veredicto es implacable. Elliot Mzimba, que se declaró culpable, recibió una condena de siete años de cárcel por presencia prohibida en el parque, posesión ilegal de armas de fuego y municiones e intención de cometer un crimen.
“Cuanto más dura sea la sentencia más disuasiva” será para los otros, considera la fiscal, quien sin embargo reconoce que el número de detenidos aumenta año tras año.
“Nuestras manos están virtualmente atadas” lamenta Ansie Venter. De hecho Sudáfrica no tiene una legislación específica para combatir la caza furtiva de rinocerontes y es difícil de comprobar este delito sin delitos flagrantes.
La mayoría del tiempo la fiscalía debe decidirse a pedir las penas más fuertes para los delitos menos graves como la entrada a un parque o la posesión ilegal de armas de fuego.
Repugnante
En el transcurso de los cuatro primeros meses de este año, 393 rinocerontes fueron víctimas de la caza furtiva, un número que ha aumentado un 18% en relación con el mismo periodo del 2014, según las cifras anunciadas en mayo por la ministra de Medioambiente, Edna Molewa.
Algunos cazadores furtivos logran escapar a la justicia al obtener una liberación bajo fianza, lo que les permite huir de Sudáfrica y no ser jamás castigados.
Justicia impotente ante caza furtiva de rinocerontes en Sudáfrica #AFP http://t.co/gBiNBDx9MP pic.twitter.com/2DtWh5gXOt
— Agence France-Presse (@AFPespanol) August 10, 2015
“Mozambique no tiene tratado de extradición, lo que significa que los cazadores furtivos huyen y no responden nunca por sus actos ante un tribunal” explica la fiscal.
Dex Kotze es uno de los militantes que lucha para que la caza furtiva sea considerada como un crimen al mismo nivel que un asesinato.
“Un cazador furtivo que haya sido declarado culpable debería ser condenado a mínimo 15 años de cárcel y debería pagar al propietario el valor del rinoceronte”, sostiene el militante.
“Es repugnante” dice exaltándose Dex Kotze, al denunciar la ausencia de un tratado de extradición con Mozambique, país fronterizo del parque Kruger, que él asume como “falta de voluntad política”.
“No hemos progresado. La mayoría de los casos son arrestos rápidos, condenas fugaces y no verdaderas investigaciones criminales” protesta Julian Rademeyer, autor del libro “Killing for profit” que trata sobre la caza furtiva de rinocerontes.
“Los criminales internacionales le llevan a la ley 10 años de ventaja”, añade el autor del libro, al estimar que las autoridades deberían atacar a los peces gordos en vez de los pequeños cazadores furtivos.
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