Menos agua y altas temperaturas
Los efectos de la devastación en el parque “serán menos agua y más altas temperaturas, además de los aspectos biológicos que tenemos que tomar en cuenta” , lamentó Murillo.
Desde la montaña, que tiene elevaciones de hasta dos mil 300 metros sobre el nivel del mar, más de 70 quebradas traen el agua dulce usada por el 30% del millón de habitantes de la capital, así como el oxígeno que contrarresta las emanaciones de más de 800 mil vehículos.
“Antes (de la plaga) un campesino no podía cortar ni una rama de pino porque iba preso y ahora esto es un desastre” , apunta el exdirector del posgrado de Economía de la Universidad Nacional, Alcides Hernández, señalando los pinos derribados por todos lados en su propiedad, enclavada en la zona de amortiguamiento.
Hernández estaba desarrollando allí un prometedor negocio: un cibercafé en medio del bosque de pinos, pero el insecto arrasó con cuatro hectáreas en el entorno del edificio y acabó con el proyecto.
Decenas de viviendas que se levantaban en medio del frondoso bosque de pinos de hasta 70 años de edad, han quedado al descubierto por la devastación de la plaga y las motosierras.
“Este problema nos está tocando el alma y es en todo el país” , deploró Murillo.
Ciertamente, en un sobrevuelo por los cuatro puntos cardinales del accidentado territorio hondureño, se observan las vastas manchas marrones o rojizas en medio del verde de los bosques, poblados predominantemente por coníferas.
El minúsculo gusano penetra en la corteza de los pinos y carcome la madera a una velocidad asombrosa, como un cáncer incontenible.
Lucky Medina, asesor ambiental de las Fuerzas Armadas en un proyecto de rescate del bosque, dijo a la AFP que desde que surgió la plaga en el verano de 2015 se han destruido más de 600.000 hectáreas en 16 de los 18 departamentos de Honduras.
Emergencia en el bosque
“Las 600 mil hectáreas significan cerca de la tercera parte del bosque de coníferas de todo el país, porque en total hay 1,9 millones de hectáreas” en los 212.492 km2 de territorio, estimó el experto.
En enero pasado, el gobierno del presidente Juan Orlando Hernández declaró “emergencia nacional” para destinar recursos al combate de la plaga cuando los expertos detectaron la sorpresiva expansión del insecto.
La plaga ha estado siempre presente en los bosques hondureños pero se expandió a causa de una prolongada sequía causada desde el 2013 por el fenómeno “El Niño” , atribuido por los especialistas a efectos del cambio climático.
Con la emergencia, el ICF solicitó desplegar en los bosques a unos dos mil 500 hombres para despejar las áreas afectadas, pero estos no dan abasto ante la velocidad con la que se extiende el insecto.
“Estos dos mil 500 hombres no son suficientes, se necesitaría más del doble y aún así sería difícil controlarlo” , expresó Medina, quien estima que el área dañada tardará en restaurarse unos cincuenta años, con efectos muy severos en el clima que sufrirán las próximas generaciones.