Fuentes oficiales confirmaron que el mandatario ha suspendido su participación en un evento con empresarios al que asistiría el lunes en Sao Paulo, para concentrarse en la búsqueda de estrategias políticas dirigidas a capear el temporal que han causado nuevas denuncias, en las que ha aparecido directamente implicado.
La nueva vuelta de rosca a una crisis que se arrastra desde hace más de dos años la dieron este fin de semana unas delaciones que han sido atribuidas a antiguos ejecutivos de la constructora Odebrecht que han acordado colaborar con la justicia a cambio de una reducción de penas.
Una de ellas sostiene que Temer intervino personalmente, pidió y obtuvo de la empresa la suma aproxiamada de US$3 millones para la campaña electoral del 2014, en la que fue compañero de fórmula de la exmandataria Dilma Rousseff, a quien sustituye desde su destitución en agosto pasado.
Además de implicar en asuntos de financiación ilegal de campañas al propio Temer, las nuevas denuncias han alcanzado a varios de los integrantes de su entorno político, entre los que figuran el ministro de la Presidencia, Eliseu Padilha, y el secretario a cargo del plan de privatizaciones del Gobierno, Wellington Moreira Franco.
Del mismo modo, estas denuncias han salpicado a medio centenar de dirigentes de partidos que forman la base parlamentaria de Temer, que esta semana se apresta a votar en el Senado una polémica propuesta del Gobierno para limitar el gasto público por un plazo de 20 años.
La base de Temer en el Senado la encabeza el propio presidente de ese órgano legislativo, Renán Calheiros, enjuiciado ya en la Corte Suprema por alegada corrupción, investigado en otras once causas y que también ha aparecido en las nuevas denuncias atribuidas a los ejecutivos de Odebrecht como presunto beneficiario de otras coimas.
Tanto Temer como todos los salpicados por estas nuevas denuncias, filtradas a la prensa, aún no confirmadas oficialmente, han negado en forma rotunda su participación en hechos de corrupción, pero aún así no han logrado ponerle freno al escándalo.
La intención de Temer, según han declarado parlamentarios de su entorno, es ignorar esas acusaciones en la medida en que no sean oficiales y concentrar al Gobierno en la agenda económica, a fin de avanzar en la resolución de la grave crisis financiera del país.
En ese sentido, fuentes oficiales consultadas dijeron que las reuniones que el mandatario ha convocado para el lunes tendrán como asunto central la aprobación del límite de los gastos públicos, que el Gobierno considera vital para comenzar a enderezar la economía del país, que atraviesa una profunda recesión que ya dura dos años.
Esa propuesta ha sido recibida con fuertes críticas, pues en la práctica supondrá congelar el aumento real del gasto, lo que pudiera tener impacto en áreas en las que Brasil tiene ingentes necesidades, como la salud, la educación o la atención de los más pobres.
Pese a las protestas de sindicatos y movimientos sociales, el límite del gasto ya ha sido apoyado en una primera votación por una abrumadora mayoría de 61 senadores frente a 14.
El proyecto irá a una segunda y definitiva votación el martes, pero en un ambiente contaminado por las nuevas denuncias que afectan al propio mandatario y a buena parte de su base política.