Protegidas por máscaras o sombreros y pañuelos, las manifestantes protestaron contra una proposición de ley que será examinada el lunes y el martes en el Senado francés.
El texto preveía inicialmente castigar la compra del servicio sexual con una multa de US$1 mil 900 y abrogar el delito de captación de clientes, muy criticado. Modificado en comisión, el documento mantiene ahora ese segundo delito, que existe desde el 2003.
“Estamos en contra de la penalización a los clientes y del delito de captación”, resumió Aying, presidente de una asociación de prostitutas chinas.
Para las asociaciones, convertir en delito la captación de clientes ha precarizado y estigmatizado a la mujeres que ejercen las prostitución, convirtiéndolas en víctimas del “acoso” policial y de detenciones “abusivas.”
“La prostitución es legal en Francia”, insistió Franceline Lepany, de la asociación Amigos del bus de las Mujeres. “Esta proposición de ley estigmatizará aún más a las prostitutas”.
“Hay que actuar contra las mafias, no contra estas mujeres. Hemos dado un paso atrás y todo, para dar a nuestra sociedad un barniz de buenas costumbres”, se revelaba la senadora ecologista Esteher Benbassa, presente en la concentración.
“¿Por qué atentar contra la libertad de disponer de nuestro cuerpo en un país democrático?”, se preguntaba Ornella, prostituta de la famosa calle Saint Denis. “No mezclemos a quienes han tomado una decisión voluntaria y están registradas” de las víctimas de tráfico sexual, reclamó.
En Francia, donde la prostitución es legal, se estima que hay unas 30 mil prostitutas, la mayoría de origen extranjero, sobre todo de Europa del Este, África, China y América Latina.