Preguntado más tarde sobre si tenía pruebas de algún plan para promover el voto ilegal en las legislativas, Trump respondió que “lo único que hay que hacer es mirar lo que ha ocurrido a lo largo de los años”.
“Hay mucha gente, en mi opinión y basándome en pruebas, que intentan entrar ilegalmente (al país) y que efectivamente votan ilegalmente”, agregó en declaraciones a los periodistas antes de despegar hacia Ohio para dar un mitin.
Trump volvía así a poner el foco en los indocumentados, a los que ha convertido en protagonistas de su discurso electoral, presentándolos como criminales y incitando al miedo en relación con la caravana de inmigrantes centroamericanos que se dirige al país.
El mandatario también rescataba uno de los temas en los que más insistió durante su campaña electoral en 2016, cuando alertó de que un presunto fraude en las urnas podía inclinar el resultado en su contra.
Aunque ganó las elecciones, a Trump pareció molestarle que su rival, la demócrata Hillary Clinton, se impusiera en términos del sufragio popular; y denunció que en los comicios habían votado de 3 a 5 millones de indocumentados, sin proporcionar ninguna prueba.
Poco después de llegar a la Casa Blanca, en mayo de 2017, Trump creó una Comisión de Fraude Electoral para investigar sus propias denuncias, liderada por el vicepresidente Mike Pence.
Esa comisión se disolvió en enero de este año, tras denunciar que muchos estados “en su mayoría demócratas” se habían negado a aportar información para la investigación, y uno de los miembros del grupo, Michael Dunlap, aseguró que no habían encontrado ninguna prueba de fraude.
Los casos documentados de fraude electoral en EE. UU. son tan pocos que es “más probable que a una persona la parta un rayo que se haga pasar por otro votante en las urnas”, según indicó el año pasado el independiente Centro Brennan para la Justicia de la Universidad de Nueva York.
Una investigación del diario The Washington Post encontró apenas cuatro casos documentados de fraude por parte de votantes en las elecciones de 2016, todos ellos cometidos por estadounidenses que o bien votaron dos veces, o intentaron votar en nombre de otras personas.
La alerta de Trump coincidió con el anuncio del Departamento de Justicia de que ha puesto en marcha una serie de dispositivos para preservar el derecho a sufragio, especialmente el de las minorías, y evitar que se cometa fraude en los comicios legislativos.
Dentro de esas medidas, el Gobierno habilitará varios números de teléfono para recibir quejas de votantes relacionadas con violaciones de la ley electoral; reclamaciones que también se podrán efectuar a través de fax, por correo electrónico y por la página web del Departamento de Justicia.
Según una encuesta publicada este lunes por Gallup, siete de cada diez estadounidenses confían “mucho” (28 %) o “en cierta manera” (42 %) en que los sufragios serán emitidos y contados de forma precisa; unos datos similares a elecciones previas, excepto las de 2008.
Y pese a que las alertas de Trump se refieren aparentemente a un fraude a favor de los demócratas, es ese partido el que se ha visto perjudicado por los errores en las máquinas de voto anticipado en dos estados clave, Texas y Georgia, de acuerdo al diario Politico.
Votantes y organizaciones civiles en ambos estados se han quejado de que las máquinas con pantallas táctiles borraban algunos votos a favor de candidatos demócratas o los cambiaban para que beneficiaran a aspirantes republicanos, informó hoy el periódico.
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