“Esta vez, no se trata solo de plantar nuestra bandera y dejar nuestra huella. Estableceremos una base para una misión a Marte y tal vez un día hacia otros mundos más allá”, declaró Trump en un acto en la Casa Blanca.
Flanqueado por el vicepresidente Mike Pence y varios astronautas retirados, el mandatario firmó una directiva pidiendo a la Nasa que multiplique sus esfuerzos en las misiones tripuladas al espacio lejano, una prioridad para los legisladores de ambos partidos.
Celebrando la presencia en el acto de Harrison Schmitt, quien fue uno de los últimos estadounidenses en caminar sobre la Luna hace 45 años, Trump dijo: “Hoy nos comprometemos a que él no sea el último”.
“Es entusiasmante para nuestro país (…) y además también es sinónimo de empleos. ¡Y nosotros adoramos los empleos!”, agregó.
Pero el inquilino de la Casa Blanca fue muy evasivo respecto al financiamiento y el calendario de la iniciativa.
Las promesas de George W. Bush, quien había manifestado en 2004 su determinación a que los estadounidenses volvieran a la luna antes de 2020, se enfrentaron a problemas de costos económicos.
Los expertos coinciden en señalar que para llegar al planeta rojo, que se encuentra a una distancia de 225 millones de kilómetros de la Tierra, se necesitará una verdadera proeza técnica y un presupuesto inmenso.
“Soñamos en grande”, agregó Trump, prometiendo que Estados Unidos seguiría siendo “líder” de la exploración espacial.
A fines de marzo Trump firmó una ley que definió las misiones tripuladas al espacio lejano como el objetivo central de la Nasa. Aprobado por unanimidad en el Congreso, el texto pedía a la agencia espacial estadounidense que trabajara por el objetivo de “una misión habitada hacia Marte en el curso de la década de 2030”.
A la luna para quedarse allí
Las administraciones estadounidenses impulsaron la idea de una asociación con el sector privado para resolver los innumerables desafíos logísticos que se plantean. Entre ellos la necesidad de trasladar suficientes alimentos y agua para trayectos de varios meses, sino años.
Con el objetivo de una misión tripulada a Marte, Trump está en la línea de su predecesor, el demócrata Barack Obama, quien unas semanas antes de dejar la Casa Blanca había declarado “un objetivo claro para el siguiente capítulo de la historia de Estados Unidos en el espacio: enviar humanos a Marte en la década de 2030 y traerlos de vuelta a la Tierra sanos y salvos”.
Pero la nueva administración marca una inflexión respecto a la precedente al insistir con fuerza en el retorno a la Luna.
El millonario Elon Musk, patrón de SpaceX, y Jeff Bezos, el propietario de Amazon, que creo la empresa espacial Blue Origin, se han reunido varias veces con los asesores de Trump tras su elección por este tema.
Bezos señaló en enero en un documento sometido a la Nasa que Blue Origins tenía interés en construir una nave espacial y un “aterrizador” lunar capaces de asegurar un servicio de flete y módulos habitables en la Luna.
“La Nasa está impaciente por poner en vigor la directiva presidencial tendiente a retornar a la Luna, viajar a Marte y, más allá, explorar (…) el sistema solar”, declaró Robert Lightfoot, administrador de la Nasa.