El expresidente republicano y la vicepresidenta demócrata llaman desesperadamente a los estadounidenses a acudir a las urnas este 5 de noviembre.
“¡Vamos a votar! ¡Vamos a ganar¡”, gritó Harris en Pensilvania que, con 19 votos electorales en juego, es el más importante de los siete estados clave, en los que ningún partido tiene el voto asegurado.
“Estados Unidos está preparado para un nuevo comienzo”, afirmó e insistió en que si gana será “una presidenta para todos los estadounidenses”.
Mencionó a los cientos de miles de puertorriqueños en un intento por recabar el voto de una comunidad molesta con los republicanos por un comentario de un humorista pro-Trump sobre Puerto Rico.
Cerrará en Filadelfia con invitados especiales como Lady Gaga y Ricky Martin.
Mismo llamado al voto en las filas de Trump.
“Cuatro años” de espera
“¡He estado esperando esto durante cuatro años! Y tú también”, afirmó Trump en un mitin en Pensilvania.
“Si sacamos a todos a votar, no habrá nada que puedan hacer”, insistió en otro mitin en Carolina del Norte.
El magnate despotricó, como acostumbra a hacer, contra la migración irregular.
Dijo que, si gana, informará a la presidenta mexicana, la izquierdista Claudia Sheinbaum, que va a imponer “inmediatamente un arancel del 25% a todo lo que envíen a Estados Unidos” si no detienen lo que calificó de “embestida de criminales y drogas” por la frontera.
México “se convirtió en nuestro socio comercial número uno y nos están estafando a diestra y siniestra, es ridículo”, opinó. Si el 25% no da resultado “impondré el 50% y si eso no funciona el 75%”, advirtió.
Ambos candidatos aprovechan las últimas horas para intentar desempatar las encuestas en unos comicios en los que más de 80 millones de personas han votado por anticipado.
Nunca hasta ahora Estados Unidos había tenido que elegir entre dos candidatos tan distanciados entre sí.
En busca de un segundo mandato, que lo convertiría en el primer presidente convicto, Trump confió en una retórica antimigrantes, con una campaña que no ha escatimado golpes, incluso contra sus rivales, a los que tacha de “enemigo interno”.
“Tenemos a gente increíble en este país (…) no podemos dejar que estos salvajes vengan de otros países”, afirmó en Pensilvania.
En una campaña llena de sobresaltos, incluidos dos intentos de asesinato contra Trump y el abandono de la candidatura por parte del presidente Joe Biden, Harris hizo una entrada en escena tardía.
La exfiscal espera que la defensa del derecho al aborto le abra las puertas de la Casa Blanca.
Miedo al caos
El republicano agitó el fantasma del fraude electoral una vez más, lo que hace temer que no reconozca el resultado si pierde, como ocurrió en 2020 tras ser derrotado por Biden.
El equipo de campaña de Harris prevé que el republicano se declare ganador antes de tiempo y advierte que el escrutinio de la totalidad de los votos llevará “varios días”.
Preocupa la seguridad de las personas que trabajarán en los centros de votación.
Algunos funcionarios electorales recibieron botones de pánico para alertar rápidamente a las autoridades en caso de emergencia.
Ambos candidatos han contado con apoyos excepcionales para la campaña.
Trump con el hombre más rico del mundo, Elon Musk, y sus polémicos sorteos de un millón de dólares diarios a votantes registrados. Y Harris con el expresidente Barack Obama y su esposa Michelle.
Biden se ha prodigado poco desde un desliz en el que se refirió a los partidarios de Trump como “basura”.
El mundo sigue con nerviosismo las elecciones en la superpotencia mundial, en particular por sus repercusiones en Oriente Medio y la guerra en Ucrania, pero también por los efectos comerciales de las promesas proteccionistas en China o México.