Los albañiles trabajaban el miércoles en una cripta moderna de dos pisos. Esas tumbas suelen construirse por adelantado, dicen los conocedores de los clientes del cementerio.
Frente a la entrada del panteón, la policía municipal instaló un puesto de control y registran los vehículos. Pero no están buscando a Guzmán, sino que verifican infracciones de tránsito y vehículos robados.
Los líderes del cartel algunas veces compran decenas de fosas funerarias por adelantado en Jardines de Humaya, para asegurarse de que haya espacio para su gente cuando hagan el viaje final.
Muchos de los sepulcros tienen espacio como para albergar decenas de tumbas. Algunos están equipados con aire acondicionado, sistemas de alarma e incluso recibidores amueblados.
Muchos están decorados con esculturas o pinturas de santos, Jesús o la Virgen de Guadalupe, a pesar de sus violentos estilos de vida.
Juan Carlos Ayala, profesor en la Universidad Autónoma de Sinaloa y quien estudia la narcocultura, dice que “la vida que llevan los narcos muchas veces es efímera”, de 10 o 15 años cuando mucho.
“Es un deseo de mostrar el poder que ha tenido, y es una necesidad también, de supervivencia….siente que la opulencia de la cripta puede ser una manera de mantenerse en la memoria de la gente”, agregó el académico.
Algunas tumbas están meticulosamente bien cuidadas, pero otras tienen basura o están dañadas por el óxido y con la pintura en mal estado.
“El problema es que ya después de muerto el narcotraficante, y que le han hecho esta cripta monumental, los familiares, las viudas, los hijos, quedan en la miseria, a veces en la pobreza, y hay criptas que ya están decayendo”, agregó Ayala.