El ataque más reciente sucedió contra una niña de 6 años que era cuidada por su hermano de 8, que no pudo hacer nada contra el gran felino, que se llevó a la menor y aún no ha sido encontrada.
De acuerdo con el diario El Tiempo, los siete mil integrantes de la comunidad están en constante ayuno y ofrendas “para que se detengan los ataques del animal”.
La madre de los niños declaró a las autoridades que debió dejarlos solos, pues se vio obligada a salir a trabajar a un campo cercano de cultivo. Contó que el hermano de la niña intentó enfrentar al felino, pero no tuvo ningún efecto.
Sin embargo, este ataque no es el único: a finales de enero último, un joven se encontraba cazando cuando desapareció misteriosamente y fueron encontradas en el lugar huellas del animal.
Su cuerpo tampoco ha aparecido y los ataques tuvieron tan solo unos 15 días de diferencia.
El sábado último también se registró un ataque contra una novilla de 150 kilos por el felino, que devoró la mitad del animal.
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La preocupación es mayor, porque los ataques han ocurrido muy cerca del casco urbano.
El Gobierno ya toma cartas en el asunto y expertos instalaron unas 15 cámaras trampa para comenzar con el rastreo y posterior caza del felino, que al parecer es una hembra “de características grandes”.
“Hace más de 40 años que no ocurría algo así”, dijo preocupada la alcaldesa del lugar, citada por El Tiempo.
