Deforestación, agricultura intensiva, sobrepesca, urbanización galopante, minas… el 75% del entorno terrestre está “gravemente alterado” por la actividad humana, mientras 66% del marino también está afectado.
El resultado: un millón de especies animales y vegetales de los ocho millones estimadas en la Tierra están amenazadas de extinción y muchas podrían desaparecer “en las próximas décadas”.
Una constatación de acuerdo con lo que muchos científicos describen desde hace años: el inicio de la sexta “extinción masiva” —un término no mencionado en el informe— y la primera de la que el hombre es responsable.
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Pero también sería “la primera que podría frenarse si actuamos de forma decisiva ahora”, según Mark Tercek, presidente de la ONG Nature Conservancy.
“No es demasiado tarde para actuar, pero hay que empezar ahora”, y mediante un “cambio profundo” de nuestra sociedad, dijo Watson, para quien el primer objetivo es ralentizar los “motores” de la pérdida de biodiversidad que amenazan al hombre al menos tanto como el cambio climático.
El papel del calentamiento
El informe en el que trabajaron 450 expertos durante tres años identifica a los cinco principales responsables por este orden: el uso de tierras (agricultura, deforestación), explotación directa de recursos (pesca, caza), cambio climático, contaminaciones y especies invasivas.
Robert Watson, presidente del IPBES.
El cambio climático podría ascender en esta escala, agravando los otros factores, si bien algunas acciones para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero podrían aportar beneficios directos a la naturaleza.
Primer objetivo: el sistema agroalimentario. Alimentar a 10 millones de personas en 2050 de forma “sostenible” implica una transformación de la producción agrícola (agroeocología, mejor gestión del agua) pero también en los hábitos de consumo (régimen alimentario, derroche), según el informe.
“Aplaudimos este llamamiento a un cambio de los regímenes alimentarios, hacia una dieta que se base más en los alimentos de origen vegetal para reducir el consumo de carne y de productos lácteos, cuyos impactos negativos sobre la biodiversidad, el cambio climático y la salud humana son de sobra conocidos”, dijo Eric Darier, de Greenpeace.
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Sin embargo, en el texto final del IPBES no hay un llamamiento directo a comer menos carne, lo que indica probablemente que algunos países productores se opusieron a esta mención.
Vivir, más que sobrevivir
Los Estados miembros del Convenio de la ONU sobre la Diversidad Biológica (COP15) se reunirán en 2020 en China y los defensores del medioambiente esperan que adopten un marco de actuación ambicioso hasta 2050 para preservar el planeta.
Entre las soluciones barajadas por el IPBES para mejorar la “sostenibilidad” del sistema económico, destacan desde la instauración de cuotas de pesca “eficaces” hasta alejarse del dogma del crecimiento.
“El objetivo debe ser la calidad de vida y no el crecimiento económico”, indica a la AFP uno de los principales autores, Eduardo Brundizio.
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Puesto que el hombre depende de la naturaleza, ¿está también condenado a desaparecer?.
“Seguramente no” y aun menos a corto plazo, responde uno de los otros autores, Josef Settele. “Pero no solo queremos sobrevivir. Es la principal posición de este informe”, según Brundizio.
La calidad de vida podría degradarse todavía más para los más pobres y para los pueblos autóctonos muy dependientes de la naturaleza.
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