“El animal ha salido de la dársena. Hay siete embarcaciones de Prefectura (policía guardacostas) en el operativo. Pero aún está en zona portuaria. Esperemos que al bajar la marea tome rumbo al mar”, dijo a la AFP Miguel Iñíguez, director de la Fundación Cethus, de conservación de cetáceos.
Iñíguez advirtió, sin embargo, que “mientras esté en aguas del río, siempre hay un riesgo y no hay otro método de salvamento que acompañarla y guiarla”.
“Desconocemos su estado de salud, pero está en la zona correcta para que se enfile en el canal de acceso al río y salga de la zona restringida”, había declarado a la AFP Walter Melo, jefe de prensa de la Prefectura.
Desde que apareció el lunes el cetáceo, la Prefectura ha colaborado en el operativo junto con la Fundación y la Secretaría de Medio Ambiente de Argentina.
Iñíguez estuvo a bordo de un gomón que acompaña al animal. Confirmó que la ballena tiene heridas en la piel y que es imposible acercarse para curarla.
“Es muy complicado saber qué problemas de salud tiene una ballena y tal vez las heridas en la piel no sean lo más serio. Está en agua dulce y debería estar en agua de mar, que es su hábitat”, dijo Iñíguez.
El animal pudo ser visto por cientos de turistas mientras se movilizaba cerca de un grupo de veleros amarrados en una zona céntrica de Puerto Madero, el barrio más joven y destino obligado de visitantes y vecinos de la capital argentina.
Jorobada en la ciudad
El experto explicó que este tipo de ballenas, comúnmente conocida como “jorobada”, se encuentra en aguas de la Antártida durante el verano austral (diciembre-marzo) y luego migra hacia las costas de Brasil.
“En esta época debería estar camino a las costas brasileñas”, dijo Iñíguez y explicó que cuando consiga el mar abierto “se dará aviso a las embarcaciones para que estén atentos si la avistan y no se acerquen”.
Diego Taboada, presidente del Instituto de Conservación de Ballenas de Argentina, dijo el lunes a la AFP que se trata de un ejemplar de “Minke, una de las ballenas más pequeñas, las mismas que cazan los japoneses”.
Los observadores reaccionaban con gritos cuando el cuerpo del animal aparecía sobre el agua y dejaba ver su clásico chorro, mientras se desplazaban sobre el muelle siguiendo sus movimientos.
Para Taboada, el ejemplar tiene “un problema vital importante. Desde el momento que ingresó en el Río de La Plata tiene problemas, porque son animales de agua salada”, apuntó.
Es un ejemplar de 8 o 9 metros y su especie no tiene, como la ballena franca, hábitos reproductivos en las costas.
Las autoridades de Prefectura la perdieron de vista el martes temprano pero volvieron a avistarla cuando estaba en la boca del Río de la Plata.
Desde esta zona del puerto de la capital argentina, el animal tendría que recorrer al menos unos 60 kilómetros hasta aproximarse al océano Atlántico, precisó una fuente de Prefectura.
“No hay forma de salvarla. Va a varar en algún momento y va a aparecer muerta”, advirtió Taboada, valiéndose de la experiencia de otros casos que sucedieron en el puerto de Buenos Aires.