Los hechos ocurrieron el martes, según la versión de los fiscales recogida en el Chicago Tribune, cuando García, con la ayuda de un adulto (Christian Camarena, 19) y de un joven de 17 trasladaron el cuerpo del pequeño en el maletero de un vehículo hasta el sótano de un edificio abandonado en el que le prendieron fuego.
Los tres fueron detenidos al huir corriendo del fuego, que fue apagado por los Bomberos.
De acuerdo con los testigos presentados por los fiscales, el pequeño Manuel sufrió un calvario antes de morir ya que vivía encerrado en el cuarto de las bicicletas entre orines y excrementos y su madre apenas lo alimentaba.
Esos mismos testigos, presumiblemente vecinos, relataron que el niño solía gritar repetidamente “déjame salir”, aunque García ignoraba el llanto.
En un principio, por su tamaño, los investigadores creyeron que se trataba de un bebé de nueve meses en lugar de un niño de 4 años, explicó la fiscal asistente Jamie Santini en la comparecencia.
Santini narró que al percatarse García de que Manuel estaba muerto decidió deshacerse del cuerpo porque temía que los servicios sociales le quitaran la custodia de sus otros cinco hijos, entre ellos dos gemelos recién nacidos.
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Los servicios sociales ya le habían abierto dos investigaciones, la última en febrero de este año.
En la primera, en 2012, se llevaron a los cuatro hijos que tenía en ese entonces, incluido Manuel, mientras ella tomaba un curso de paternidad.
Candice Pérez, la madre de Camarena y vecina de García, explicó al “Chicago Tribune” que ella y su hijo tan solo trataban de ayudar a los muchachos y lamentó no haber reportado la situación en la que vivían.
“Somos tan culpables como cualquier otra porque de haber llamado a los servicios sociales, ¿esto habría pasado? Probablemente no”, admitió la mujer.
Los servicios sociales se hicieron cargo finalmente de los cinco hermanos de Manuel, que se encuentran en buenas condiciones.