Utah es el último Estado de la Unión que ejecutó a un condenado a muerte con un pelotón de fusilamiento. En 2010, Ronnie Lee Gardner, 49 años, elegía de forma voluntaria ser fusilado tras pasar 25 años en el corredor de la muerte en lugar de someterse a una inyección letal porque lo creía “más humano”. Aunque el Estado decretó en 2004 la inyección letal como el método a usar para las ejecuciones, los condenados a la pena capital antes de ese año podían elegir si preferían hacerlo así o ser fusilados.
Lo que se consideraba un plan de emergencia ahora va a ser utilizado de forma generalizada si el Gobernador firma la ley que lo autoriza. Utah es uno de los estados con menos presos en el corredor de la muerte, tan solo nueve frente a los 745 de California; los 404 de Florida; o los 276 de Texas, según cifras del Centro de Información sobre la Pena de Muerte (DPIC, siglas en inglés).
Ninguno de los presos en el corredor de la muerte de Utah tiene programada su ejecución para antes de 2017.
Solo otras dos personas han sido fusiladas desde que el Tribunal Supremo reinstauró la pena de muerte en 1976 tras un parón de cuatro años y todas han sido en Utah: Gary Gilmore en 1977 y John Albert Taylor en 1996.
Al contrario de Gardner, Taylor, el último fusilado antes que él, decidió morir de esta forma para avergonzar a las autoridades. En los más de 160 años de historia de pena de muerte en EE UU, 40 de un total de 49 personas que han sido ejecutadas por un pelotón lo han sido en Utah, según el DPIC.
Utah es uno de los estados que buscan nuevas formas de ejecutar a los condenados a muerte después del caso de Oklahoma en el que un reo tardó más de 40 minutos en morir el año pasado y otro en Arizona en el que costó cerca de dos horas acabar con la vida del preso debido a problemas con el sustitutivo que se utiliza en lugar de la anestesia.