Además, el cultivo de la vainilla en Madagascar, al contrario de lo que ocurre en México donde se produce por un proceso de polinización, se hace a mano. Una labor tediosa que tiene un plazo limitado ya que cada planta florece un único día al año.
Todo esto, sumado a un ciclón que devastó el pasado año dos de las mayores regiones productoras de vainilla, ha hecho incrementar los precios y desencadenado una crisis violenta en el país africano.