Después de que Azerbaiyán reivindicó el control de un enclave armenio dentro de su territorio, miles de refugiados huyen hacia Armenia. En solo dos días de combates, el moviento está reconfigurando un conflicto que ha dado lugar a dos guerras desde el colapso de la Unión Soviética.
Hasta el 26 de septiembre, según el gobierno armenio, 19 mil desplazados forzosos habían entrado en Armenia procedentes Nagorno Karabaj. El 24 de septiembre, el primer ministro de Armenia, Nikol Pashinián, afirmó en un discurso que los armenios de Nagorno Karabaj se enfrentaban a “la amenaza de una limpieza étnica” si no se creaban “mecanismos eficaces de protección” en el enclave bajo dominio azerbaiyano.
El 25 de septiembre, según las autoridades, decenas de personas murieron a causa de una explosión en un depósito de combustible que, según testigos, se produjo cuando la gente hacía fila para abastecerse de gasolina antes de evacuar.
El retorno del enclave de Nagorno Karabaj al control de Azerbaiyán probablemente alterará también la dinámica de poder en el Cáucaso Sur, una región que durante siglos ha estado en la encrucijada de los intereses geopolíticos de Rusia, Turquía y de Europa occidental y sus aliados.
Décadas de violencia y rivalidad geopolítica sustentan la disputa entre los dos países, otrora repúblicas soviéticas, que buscan controlar el enclave, que se encuentra dentro de las fronteras internacionalmente reconocidas de Azerbaiyán y ha sido el hogar de decenas de miles de armenios étnicos.
La rendición de los separatistas armenios podría acelerar el declive de la influencia rusa en el Cáucaso, donde Moscú es una potencia fundamental debido a su participación como árbitro en el conflicto. También podría amenazar la inestabilidad en Armenia, donde el primer ministro Pashinián, ha intentado estrechar lazos con Occidente a pesar de mantener una alianza militar con Rusia.
A continuación, una guía de este largo conflicto:
¿Cuáles son los antecedentes de la disputa?
Cuando la Unión Soviética se desmoronaba, Nagorno Karabaj declaró su independencia con la intención de reunificarse con Armenia. La declaración fue una de las causas de la guerra que sucedió posteriormente y en la que decenas de miles de personas murieron y cientos de miles fueron desplazadas. Un alto al fuego en 1994 puso a Armenia en control del territorio y siete distritos circundantes.
En 2020 estalló una segunda guerra de 44 días, en la que murieron miles de personas y decenas de miles fueron desplazadas. En aquella ocasión, Azerbaiyán, con el uso de aviones de ataque turcos e israelíes, recuperó gran parte del territorio y sus alrededores.
Moscú, protector de Armenia desde hace mucho tiempo, negoció un alto el fuego y desplegó una fuerza de mantenimiento de la paz de unos 2000 integrantes en la región
El gobierno de Azerbaiyán, cuya economía se ha visto reforzada por las exportaciones de petróleo y gas natural, ha intentado consolidar sus logros militares a partir de 2020, tanto mediante conversaciones sobre un acuerdo de paz más permanente como al ir bloqueando el tráfico terrestre entre Armenia y Nagorno Karabaj.
“La guerra fue devastadora para Armenia”, declaró a principios de año Olesya Vartanyan, que analiza la región del Cáucaso Sur para el centro de estudios International Crisis Group. Azerbaiyán ya tenía la mayor parte de lo que quería, añadió, pero “necesitan que se formalice”
¿Qué ocurrió en los últimos enfrentamientos?
El 19 de septiembre, el Ministerio de Defensa de Azerbaiyán describió las acciones de sus fuerzas como operaciones “antiterroristas locales”. Indicó que utilizaban armas de precisión para apuntar a lo que dijo eran puntos de tiro armenios y otras instalaciones militares en la zona.
Una declaración del gobierno proarmenio no reconocido de Nagorno Karabaj decía que su capital y otras ciudades y pueblos estaban “bajo bombardeo intensivo”, en una “ofensiva militar a gran escala”.
A finales del 20 de septiembre, las autoridades separatistas informaron que al menos 200 personas habían muerto a causa de las hostilidades, entre ellas 10 civiles; el resto eran militares. Las cifras no pudieron verificarse de forma independiente. Por otra parte, el Ministerio de Defensa de Rusia informó de que varios miembros de sus fuerzas de mantenimiento de la paz murieron cuando su vehículo fue atacado con armas ligeras al regresar de un punto de observación.
Ese día, Azerbaiyán declaró que detendría la operación porque el gobierno separatista había aceptado que sus fuerzas depusieran las armas y se retiraran de sus posiciones de combate.
Más o menos al mismo tiempo, el gobierno separatista armenio emitió su propio comunicado en el que declaraba que había aceptado un alto al fuego mediado por Rusia después de que las fuerzas azerbaiyanas consiguieran atravesar las posiciones armenias y “tomar el control de varias cumbres y cruces de carreteras estratégicos”.
Pashinián, el primer ministro de Armenia, dijo que su gobierno no había desempeñado ningún papel en la redacción del alto al fuego y que no tenía tropas en Nagorno Karabaj, según informes de las agencias de noticias. La noticia de la rendición de los separatistas atrajo a miles de personas a la plaza principal de Ereván, capital de Armenia, que denunciaron la falta de intervención de Pashinián y pidieron su detención.
Por el contrario, el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, dirigió un discurso triunfal a su nación. “Karabaj es Azerbaiyán”, concluyó, mientras levantaba el puño en el aire
¿Y qué pasa ahora?
Desde el alto al fuego de 2020, Azerbaiyán ha insistido en que, en un eventual acuerdo de paz, le correspondería el control total de Nagorno Karabaj. Ha exigido que los armenios étnicos se sometan al gobierno azerbaiyano o se marchen. Armenia ha denunciado las exigencias de Azerbaiyán como una forma de limpieza étnica, mientras que Rusia se ha mostrado impotente para rebajar las tensiones.
En su discurso del 20 de septiembre, Aliyev de Azerbaiyán prometió que “se garantizarán los derechos” de los armenios de Karabaj, pero pocos quedaron convencidos por el mensaje del líder de una nación que muchos armenios consideran empeñada en destruirlos. Aliyev dijo también que Azerbaiyán llevaría ante la justicia a “elementos y dirigentes” del gobierno separatista.
Muchos de las decenas de miles de armenios que viven en la zona se oponen rotundamente a quedar bajo control azerbaiyano, y citan múltiples agravios del pasado, así como el temor a las repercusiones para quienes lucharon contra él.
Desde el 24 de septiembre, un flujo constante de automóviles, autobuses, camiones de carga pesada e incluso tractores, cargados con bolsas de lona con artículos de primera necesidad y, a veces, animales, ha salido de Nagorno Karabaj. La plaza central de Goris, ciudad situada al otro lado de la frontera con Armenia, se ha convertido en un improvisado campo de refugiados, con personas que buscan abrigo y otro tipo de ayuda.
El 21 de septiembre, dirigentes del gobierno separatista se reunieron con representantes de Azerbaiyán, escoltados por fuerzas de paz rusas.
¿Cuál es el trasfondo regional?
La pérdida de Nagorno Karabaj ha llevado a muchos armenios a cuestionar la opinión tradicional de que Rusia era su principal protector en una región donde chocan los intereses de las grandes potencias.
Moscú ha desempeñado durante mucho tiempo un papel central en la disputa, pero la guerra en Ucrania ha mermado la capacidad de Rusia para proyectar poder militar regional, y es probable que sus fuerzas de paz vean aún más perjudicado su papel tras la victoria de Azerbaiyán en septiembre.
Turquía, que ha estado aplicando una política exterior cada vez más asertiva, también tiene intereses en el conflicto regional, y está del lado de Azerbaiyán. Es miembro de la OTAN, pero ha hecho propuestas de seguridad a Moscú y ha comprado un sistema de misiles ruso a pesar de las objeciones de Washington.
Por su parte, Washington lleva mucho tiempo buscando influencia en el Cáucaso Sur y en otros Estados del antiguo bloque soviético. La Unión Europea, al tiempo que presiona para entablar conversaciones, se ha dirigido a Azerbaiyán en su búsqueda de socios energéticos para compensar la pérdida de importaciones rusas desde el inicio de la guerra en Ucrania. Y ha enviado observadores para vigilar la frontera de Armenia con Azerbaiy