Pero un día se acabarán. Por eso cada vez se habla más de las energías renovables.
Algunas de ellas, como el viento, el sol o el agua de lluvia son de sobra conocidas.
Pero existen otras fuentes naturales de generar energía de manera inagotable -y sin dañar el medio ambiente- mucho más inusuales y de las que tal vez todavía no hayas oído hablar.
Es lo que se conoce como tecnologías pasivas, pues las activamos sin ni siquiera ser conscientes de ello.
En BBC Mundo hacemos un recorrido por algunas de ellas.
1. Energía cinética: cómo tus pasos pueden alumbrar una discoteca
Los más de 250.000 viajeros que pisan cada día las baldosas de la Estación Central de Estocolmo, Suecia, generan calor con sus pasos.
Y una empresa de ventilación sueca utiliza ese calor para proporcionar calefacción al edificio que está justo en frente de la estación.
Gracias a un sistema que permite recuperar el calor, éste se transforma en agua caliente y permite ahorrar al edificio situado justo en frente hasta un 25% de su energía a través del sistema de ventilación del propio metro.
Además, hay discotecas en distintas partes del mundo -desde Holanda hasta Japón- en las que los pasos de baile de los clientes permiten generar energía erétrica.
La empresa holandesa Energy Floors es una de las que lidera este mercado, en el que también participan varias empresas de China.
Funciona de la siguiente manera: con el movimiento de los pies de la gente unas luces LED en la pista de baile se iluminan y funcionan como sistema de alumbrado.
Es algo así como una pista de baile sostenible. ¿Quieres proteger el medio ambiente? ¡Ponte a bailar!
Además, hay algunos pasos peatonales que permiten convertir el caminar de los peatones en electricidad. El sistema fue patentado por la compañía británica Pavegen y se usó en los Juegos Olímpicos de Londres de 2012.
La idea es poder emplearlo para sistemas eléctricos de la ciudad, como paneles publicitarios o semáforos.
2. La energía limpia que nace de los crematorios
La cremación también puede utilizarse como una fuente de energía sostenible y se aplica desde hace unos cinco años.
Comenzó también en Suecia, en el crematorio de un pequeño pueblo, Halmstad, cuando se determinó tras una investigación medioambiental que contaminaba demasiado.
Pronto se convirtió en una nueva posibilidad de energía renovable en diferentes partes del mundo, como Reino Unido y Dinamarca.
El objetivo es reciclar el calor que desprenden los hornos y aprovechar esa energía.
El doctor John Troyer, subdirector del Centro para la Muerte y la Sociedad (CDAS, por sus siglas en inglés) de la Universidad de Bath, Reino Unido, le dijo a BBC Mundo que a ese proceso se le conoce como “captura de calor” y que lo que se utiliza la energía que proviene del gas, y no la del cadáver.
En Redditch, una pequeña localidad del condado inglés de Worcestershire, ese calor permite calentar una piscina pública. El proyecto recibió un premio Green Apple a las prácticas medioambientales en mayo de 2013, poco antes de que se pusiera en marcha.
Y en Austria hay oficinas que obtiene la luz de esa misma fuente de energía.
Algunos planteamientos éticos, sin embargo, cuestionan este sistema, al valorar si es respetuoso con los muertos y sus opositores lo acusan de “escándalo moral”.
Según el código de ética de la Federación Internacional de Cremación, creado en 1937, “los productos o residuos de una cremación no se deben usarse con fines comerciales”.
3. Basura que se convierte en energía
Los desechos que dejamos en el cubo de nuestra basura también pueden convertirse en una forma interesante de energía renovable.
Este sistema ya funciona en varias provincias de Uruguay y en países europeos como Noruega, en donde fue tan efectivo que incluso llegó a importar basura de otros países.
“Minimiza los impactos ambientales, mediante el control y tratamiento de las emisiones líquidas y gaseosas”, declaró la Division de Ingeniería Sanitaria y Ambiental de La Intendencia de Maldonado, en Uruguay, en donde aseguran que obtienen unos 1.500 megavatios por hora cada año gracias a este sistema.
Y es que cuando los componentes quedan reducidos a líquido y biogás (compuesto en un 50% de gas metano), es posible transformarlos en energía reusable.
Ese mismo gas metano es el que aprovecha una ciudad a orillas del lago Kivu, entre Ruanda y la República Democrática del Congo, en donde se ha creado una planta energética de gas natural, un proyecto de la compañía estadounidense Contour Global.
El gobierno de Ruanda espera poder aumentar con esta iniciativa el número de hogares conectados a la electricidad.
Se calcula que en sus aguas hay unos 60 millones de metros cúbicos de metano y 300.000 millones de metros cúbicos de dióxido de carbono.
4. La energía de las algas y las medusas
Pero dentro del mar podemos encontrar otras inesperadas fuentes de energía, como las medusas.
Estos curiosos seres marinos desprenden una proteína verde (GDP, por sus siglas en inglés) que les permite generar luz fluorescente.
Un grupo de científicos de la Universidad de Tecnología de Chalmer, Suecia, investiga este tipo de proteína para crear un dispositivo fotovoltaico que pueda usarse en energía solar y que permite abaratar los costes que requieren este tipo de instalaciones.
También están estudiando cómo crear aparatos flotantes mecánicos que usen esta fuente de biotecnología.
5. Café, chocolate y otros combustibles naturales
El emprendedor Arthur Kay, en Reino Unido es uno de los últimos actores del movimiento de combustibles limpios y pretende que los emblemáticos autobuses turísticos de Londres llenen sus motores con café.
Kay dirige una compañía, Biobean, que usa los posos de café de grandes cadenas internacionales de cafeterías, como Costa Café, y os convierte en una especie de gasolina.
En ciudades como Londres, donde es vital limpiar la calidad del aire, esta idea podría resultar vital para la salud de muchos ciudadanos.
“Mientras la gente siga bebiendo café, habrá posos que podamos usar”, le dijo el empresario a la BBC.
Otras opciones que se han probado es el chocolate (en lugares como Warwick, Inglaterra) o las aguas residuales (en España).