“Desgraciadamente están todos muertos y vamos a enterrarlos esta tarde”, dijo a un funcionario de la ciudad mientras los científicos seguían investigando en el lugar las causas de su muerte.
Los animales podrían haberse visto afectados por un virus que perturbó su capacidad de orientación. Otra hipótesis es que los ultrasonidos que utilizan para orientarse fueran absorbidos por los bancos de arena.
En total, 156 delfines quedaron varados en una distancia de diez kilómetros. A pesar de los esfuerzos de los guardacostas y de los habitantes para salvarlos sobrevivieron muy pocos. En su mayoría murieron por deshidratación cuando la corriente les llevó hacia la costa.
Los delfines de esta especie, que pueden alcanzar dos o tres metros de largo con un peso máximo de 270 kilos, son relativamente comunes en las aguas de Japón y viven generalmente en alta mar.