Guatemala

Luis Siekavizza: “Solo soy un abuelo con atribuciones”

Metódico, disciplinado, reservado, así es Juan Luis Siekavizza, el hombre que ha acompañado más de 40 allanamientos en la búsqueda de su hija, desaparecida el 6 de julio del 2011.

Juan Luis Siekavizza, padre de Cristina.

Juan Luis Siekavizza, padre de Cristina.

Siekavizza es el abuelo, el querellante y quien ahora asume un nuevo rol: el de criar a sus nietos.

¿Cómo afronta esta nueva etapa con la llegada de sus nietos?

Lo enfrento con mucha paciencia. Uno no es exactamente padre, quizás solamente soy un abuelo con ciertas atribuciones. En el esquema mental de los niños tienen otras dos personas llenando esos roles. Merce tiene una bolsa de tesoros.

¿Qué hay en ella?

Pues pulseras, volantes y pulseras de la campaña de búsqueda de su mamá, una blusa de ella.

¿Qué cambios ha significado el regreso de sus nietos?

Fue un cambio muy drástico. Organizar horarios. Me levanto a las cuatro y media de la mañana a leer periódicos, a quitarlos de su alcance, eso y cualquier cosa que pueda dañarlos. Tuve que aprender a jugar Clash of Clands, esa aplicación de torres, de arqueros, escalar muros perimetrales, entrenar soldados. José Roberto me engaña haciéndome creer que los dos estamos jugando y tomando decisiones, pero yo apenas estoy descifrando.

Se escucha complicado

¡Lo es!

¿Cómo se ve en este rol, en esta etapa de su vida en la que todos sus hijos adultos se fueron de casa?

Igual que hace 20 años, otra vez formando rutinas, hábitos.

¿Es difícil asumir un papel de padres siendo abuelos?

Ya se dio el paso de decirles que su madre está muerta, todavía estamos en ese proceso. Es difícil, muy difícil. Los niños están siendo evaluados y recibiendo terapia.

¿Qué tal contador de cuentos es?

Estamos leyendo La llamada de la selva, de Jack London, que cuenta las aventuras del perro de un juez que pasa por muchas aventuras.

¿Cómo se llama?

(Silencio) ¡Buck!

¿Cómo ve el proceso legal?

El proceso está un poco estancado, porque la jueza Carol Patricia Flores tiene todavía dictámenes pendientes. Incluso se puso una queja porque se le había vencido el tiempo, porque tenía que contestar a los argumentos pendientes.

¿Cuáles considera que son los retos en adelante?

Activar el caso para que se logre un avance, porque en este momento está entretenido todo.

¿A qué cree que obedezca eso?

A la carga de trabajo que es muy alta, probablemente en esto se escuden para no dictaminar.

¿Cómo percibe a Roberto Barreda?

Es difícil. He tenido escaso contacto con él, solo hubo un momento en el que se despidió de los niños, cuando íbamos saliendo de las oficinas de migración en Mérida.

Sé que hubo algunas cartas que leyó a los niños, pero estuvimos alejados de esas noticias mucho tiempo.

¿Qué le hubiera gustado decirle a Cristina de haber tenido la oportunidad de verla otra vez?

¡Uf! me lo pregunta así de pronto. Pero creo que probablemente le habría dicho que me hubiera gustado tener la oportunidad de ayudarla más y de resolver las cosas de otra manera. Sin duda, eso le habría dicho.

HISTORIA

Vidas en sincronía

Mientras Juan Luis  Siekavizza atendía la clínica y se dedicaba a la práctica privada en diferentes hospitales,  su esposa, Angelis, se convirtió en la madre que supervisaba las tareas y los entrenamientos de baloncesto, futbol y natación de sus cuatro hijos.

Cristina, quien nació el 9 de diciembre de 1977, fue campeona nacional de natación, recuerda su hermana menor, Susana.

La construcción de horarios, rutinas y reglas fue indispensable en esos primeros años con cuatro niños pequeños. “Siento que he retrocedido en el tiempo”, coincide   Angelis con su esposo,   al hablar, entre risas, de la tarea de establecer las horas de comer, la del baño, la de dormir, la de hacer tareas.

Para los Siekavizza pronto volverá una rutina olvidada hace muchos años: levantarse temprano para llevar a los niños a la parada del bus, preparar loncheras,  revisar tareas y hacerse presentes en las piñatas.

Tareas que deberán enfrentar   con la preparación de los niños para rendir una prueba anticipada —si es  considerado conveniente por los psicólogos— en el proceso que se sigue contra su padre.

Cuentacuentos

En medio de esa ajetreada agenda por las noches, Juan Luis, le presta su voz a Buck, el perro aventurero del juez Miller, que termina por unirse a una manada de lobos;   el protagonista de El llamado de la selva, de Jack London, libro que  lee cada noche antes de dormir a sus nietos.

El quehacer más complicado y lento ha sido comenzar a reescribir la infancia de sus  nietos, como diría Benedetti: “Extraer gérmenes de alegría del páramo”.

Tomó semanas para que el pequeño recordara los nombres de sus amigos. Ha significado estar a la espera de pequeños recuerdos.

Explicarle “que no tiene dos cumpleaños, que su cumpleaños no es el 10 de diciembre, que no tiene dos identidades”, tampoco ha sido sencillo, dice Angelis.

“Ha sido una tarea extremadamente difícil, pero que deseaba tanto hacer”, reconoce.

Consciente de que nunca podrá ocupar el rol de madre, pero apremiada en la etapa de la vida en la que se encuentra, Angelis vuelve a redescubrir a sus nietos con preguntas tan sencillas como: “¿Qué te gusta comer?”, “tomas la leche caliente o fría?”, “¿te bañas por la noche?”,  “¿te da miedo la oscuridad?”.

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