PERSISTENCIA

Angustia metafísica y folclor en la literatura

Margarita Carrera

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Ciertos críticos, que en sus interpretaciones literarias se inclinan más a la política que al arte en sí, casi nos han convencido de la validez de una teoría bastante cuestionable; esto es, aquella que incide en que hay una literatura metafísica propia de los países desarrollados y una literatura de folclor y de denuncia social, adecuada para los miserables pueblos que sufren calamidades del subdesarrollo.

Y se trata, entonces, de marginar y criticar, adversamente, a los escritores latinoamericanos que tocan temas metafísicos, achacándoles de ser “europeizantes” y alejarse de su “realidad nacional”.

Así el latinoamericano está condenado a escribir, primordialmente, sobre temas de denuncia social —tan aclamados por ciertos grupos de intelectuales al servicio de determinada doctrina política—, o sobre temas folclóricos que tanto atraen a nuestros poderosos amigos del extranjero.

Notamos, luego, que tanto los de un bando político como los de otro, parecen confabularse en contra de la libertad del escritor latinoamericano al no tomar en consideración las obras que este escriba, si no siguen los delineamientos señalados: folclor inofensivo, retadora denuncia social.

Vedado al escritor, que le toca vivir en el subdesarrollo, darse el lujo de sentir la angustia metafísica. Cuestionar el porqué de la existencia humana y acercarse al abismo de la nada y de la muerte que nos rodea, algo que, según críticos doctrinarios, no compete a nuestros intelectuales y artistas. Como dice Sábato, pareciera que “el ‘mal metafísico’ solo puede acometer a un ciudadano de París o Praga; y si se tiene presente que ese mal es consecuencia de la finitud del hombre, hay que concluir que para esos delirantes la gente muere solo en Europa, estando habitado este territorio (el argentino) por inmortales folclóricos”.

Y sin embargo, “el mal metafísico” ataca a todo ser humano, no importa en dónde viva, pues es algo inherente a su psiquis. La nada, la muerte, el misterio de la existencia, están presentes no solo en los europeos, también en los latinoamericanos. Y lo mismo lo siente un campesino como un intelectual. El misterio de la vida y de la muerte no es patrimonio exclusivo de los pueblos que gozan de un alto tiempo, lugar, clase social.

Todos estamos imbuidos de los problemas metafísicos de una u otra manera, porque todos somos sensibles a la angustia de la existencia, a nuestra finitud e impotencia.

Y así sucede que a pesar de los puristas que defienden el folclor, el tema metafísico está presente en las artes populares, escapando, de este modo, de la deleznable cárcel de lo nacional para entrar en el amplio mundo de lo humano universal.

Nosotros pensamos que así como el europeo puede darse el lujo, y se lo da con verdadera opulencia, de escribir estudios de crítica y hasta de creación literaria que tocan lo hispanoamericano, sin que por eso nadie le repudie ni le niegue su “europeísmo”, así el latinoamericano también tiene el derecho de lanzar su labor de crítico y creador sobre temas universales (comúnmente llamados europeos) y escribir sobre Kafka, Proust, Freud.

El europeo viene a América (o no viene) y puede dictarnos desde aquí o desde allá cursos sobre los mayas. Es aplaudido. El latinoamericano va a Europa y se le exige que hable única y exclusivamente sobre el folclor o los problemas sociales de su patria. Con desconfianza y hasta rechazo se le atiende si dice que podría impartir conferencias o cursillos sobre Safo o Camus. No es aplaudido. Ni por europeos ni por norteamericanos y latinoamericanos. Simplemente no es tomado en consideración y se le niega toda clase de apoyo para su trabajo.

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