DE MIS NOTAS
Apelando a Sócrates
¿Cuál Sócrates? Ni corteses, ni sabios, ni prudentes, ni imparciales, esa es la realidad de esa alta Corte, cada día más alejada de su norte verdadero y su legítima razón de ser constitucional. Caída bajo el control absoluto de la magistrada Gloria Porras, diletante malabarista de la justicia selectiva: “Todo el peso del garrote de la ley para mis enemigos y todas las zanahorias politiqueras para mis amigotes…”
Tal el caso increíble, patético, injusto de mantener en prisión al coronel Juan Chiroy desde hace más de cuatro años, mientras que a la señora Marlene Blanco Lapola, hermana del jefe de la bancada uneísta, la tiene gozando de libertad provisional a pesar de que el delito de Ejecución Extrajudicial no contempla el otorgamiento de ese beneficio. La magistrada Porras sigue pagando la factura de su nombramiento utilizando la estrategia de retirar sistemáticamente las ponencias que se someten a la aprobación del Pleno de la CC con la excusa de volver a analizarlas, —mismas que los otros magistrados ya han ratificado la decisión de la Corte Suprema de revocar la libertad a la sindicada.
No se requiere pensar con malicia, el pecado está a la vista. La intención de la magistrada cuestionada es evidente. En el mes de marzo del 2016 “retira” el caso de la discusión del pleno de magistrados y cuatro meses después se excusa para desintegrar el tribunal con el “interesado” fin de seguir retardando la resolución que regresaría a la prisión a Blanco Lapola. En esta mefistofélica entelequia la magistrada Porras lleva ya casi tres años.
Y del otro lado del viento desfavorable, como aquellos galeones sufriendo estáticos e inamovibles la soledad de las velas caídas, se encuentra el coronel Chiroy, cumpliendo con creces una pena que para vergüenza de toda esa Corte Constitucional ni siquiera se le ha sentenciado. ¡Y entonces, señores! ¿para qué, por el amor de Dios, quieren hacerle reformas a la Constitución si la irrespetan y denigran al nivel de kleenex?
Dos casos sometidos al juzgamiento de la Corte de Constitucionalidad han sido tratados con parámetros de justicia distintos, desiguales y contradictorios entre sí: uno por interés descarado, corrupto e ilegal, y el otro por la despreocupación, negligencia, desinterés y temor de los “dignos” y “honorables abogados que conforman ese Tribunal Constitucional.
Una valiente excepción de la magistrada María de los Ángeles Araujo Bohr, quien razonó su voto, exponiendo de forma categórica las razones por las cuales era procedente conceder el amparo provisional al coronel Chiroy, advirtiéndoles a sus pares que se estaba invadiendo la esfera de la jurisdicción ordinaria en forma flagrante y explícita por el retardo malicioso en la administración de justicia. Parece que todavía ondea una banderita en el escaso viento de ese templo constitucional.
Hidroeléctricas suspendidas temporalmente con amparos frívolos e impertinentes sufriendo retardos ilegales y la Corte paralizada, enviando mensajes de que en este país tratamos a patadas a los inversionistas. Grabaciones de las deliberaciones privadas y confidenciales de los propios magistrados, liberadas al escrutinio de oenegeros mercenarios; violaciones a la libre locomoción y al derecho de trabajo, con tomas de carreteras por líderes “evolucionados” portando carteles a favor de la Venezuela de Maduro! ¡Y aquí no pasa nada!
¿Acaso no será hora de que para ser magistrado de la más alta Corte se requiera un mínimo de 20 años de comprobada experiencia, un desarrollo académico a nivel doctoral con especialidad constitucional y un compendio de publicaciones que refrenden ser doctos y sabios en su materia? Eso, y exitosos bufetes cerrados para coronar su carrera con el más alto honor de servir en forma vitalicia a su país garantizaría los derechos constitucionales, hoy pisoteados como pinches cucarachas. Por ese filtro no pasaría ni un solo protozoo.
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