REGISTRO AKÁSICO

Apremia comunicación vía marítima

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Sin transporte asequible, la economía del país no crecerá y la miseria rondará los hogares de los habitantes de la república. Cualquier tipo de producción necesita del envío de mercancías para alcanzar a los consumidores. Hoy, se evidencia el agotamiento de la comunicación por medio de camiones de carga. La velocidad ronda alrededor de los 15 kilómetros por hora en Centroamérica, una de las más lentas a nivel mundial.

Dada la inseguridad en Nicaragua, el transporte centroamericano tiene una barrera infranqueable. Los furgones fueron secuestrados para ayudar a las protestas, a través del cierre de vías de comunicación. Los choferes son amenazados y obligados a cumplir las órdenes más atrabiliarias de los alzados. Mueve a risa, la declaración conjunta de las cámaras de comercio del país y la costarricense, donde informan que incrementarán los intercambios mercantiles. ¿Cómo?

El impulso del transporte marítimo tiene una alternativa. Por una parte, confiarlo a navieras, en la forma de movimiento de contenedores. Esta opción requiere instalaciones portuarias adecuadas y eficientes, así como carreteras de aproximación apropiadas. Dada la concentración obligada por la escala y las concesiones, esta modalidad está altamente sujeta a extorsión por parte de los gobiernos y sindicatos desubicados.

La experiencia está servida a nivel mundial para los monopolios navieros. Maersk, por ejemplo, acaba de sufrir una huelga de 15 días, en el Puerto Central de San Antonio, Chile. La respuesta empresarial consistió en cerrar la operación, con satisfacción de sus compromisos laborales. Los capitalistas de la mercante saben que no se puede transigir con la coerción, pues solo conseguirán se incrementen esas imposiciones. En el país, el hostigamiento no fue debido a un sindicato sino se presionó a esa empresa, por el gobierno. Se le quiso imponer un gerente, así como cobrarle exacciones ilegales cobijadas por la Procuraduría General de la Nación. La empresa trasladó sus operaciones al puerto salvadoreño de Acajutla y al hondureño de Cortés, con abandono de los puertos nacionales. ¡Allí se están!, fue la respuesta. Ahora, se dan golpes de pecho los cuestionados concesionarios de las facilidades de desembarco, los capitanes de puerto, los gerentes y los secretarios generales en puestos oficiales. Imploran que vuelva la línea de barcos, para continuar el negocio y las coimas.

Por otra parte, se puede encargar a la iniciativa local de medianos y pequeños capitales, fundar compañías de cabotaje. Para el efecto, se precisa un contingente de gente de mar. No cabe esperar la capitalización lenta de los pobladores de las costas o el despertar del afán de navegar entre los puertos centroamericanos. Tampoco es posible concentrar a pequeñas embarcaciones, en los puertos armados para el monopolio y aduanas con almojarifazgo antojadizo para la cadena o línea de funcionarios venales del gobierno de turno.

La promoción del cabotaje supone contar con financiamiento especializado bancario para la adquisición de pequeños navíos y créditos refaccionarios que permitan el sostenimiento de la operación. A la par, formar marinos disciplinados a través de escuelas navales a cargo de la Marina de la Defensa Nacional, en suficiente número y en ambas costas. Finalmente, facilitar los resguardos portuarios para las embarcaciones. Estos no suponen una gran inversión pero si una planificación adecuada y mantenimiento para evitar el azolvamiento.

La marinería no solo serviría para el transporte sino para la pesca y turismo. ¿Tan difícil es fomentar fuentes de trabajo?

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