Arremetida totalitaria

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Su ideal es el modelo estalinista cubano, con algunas variantes. Chávez cree que el petróleo le permitirá hacer funcionar lo que en Cuba fracasó, y que, paradójicamente, está en camino de seguir el modelo chino, de economía capitalista con monopolio político.

Las leyes que la “moribunda” Asamblea Nacional chavista aprobó a marchas forzadas antes de Navidad conforman un verdadero “paquete” coherente que busca el control totalitario de la sociedad. La ley habilitante le permitirá a “Yo-El Supremo” legislar con decretos por 18 meses, usurpando las funciones de la recién electa Asamblea Nacional. También está confiscando las atribuciones de los gobernadores y alcaldes electos, con la creación de las comunas, verdaderos soviets, dependientes financieramente del Poder Ejecutivo y cuyos miembros son electos con voto indirecto. Otras leyes se dirigen a acabar o limitar los derechos civiles y políticos. Eso implica drásticas reducciones a la libertad de expresión, incluyendo el control del Internet, el fin de la autonomía universitaria, la prohibición a las ONG de recibir financiamiento del exterior y la destitución y la inhabilitación política para los diputados que voten en forma distinta a los mandatos del jefe de su partido. Todas estas leyes son un asalto a la Constitución vigente, y buena parte de ellas fueron rechazadas por el pueblo en el referendo del 2007. La intolerancia del régimen frente al disenso se demuestra, además, con medidas de hecho, de claro tinte fascista, como la utilización de turbas violentas para atacar a pacíficos manifestantes, la persecución judicial y la inhabilitación de líderes opositores. También hay que destacar en este cuadro la campaña de expropiaciones de empresas, tierras y edificios. Todo esto redunda en la intimidación y la autocensura de los medios independientes residuales.

Frente a esta arremetida totalitaria que, planificadamente, se ejecutó durante la temporada de vacaciones navideñas, el país democrático, incluyendo a muchos chavistas, preocupados por este camino al desastre socioeconómico y a la dictadura, debe, sobre todo, mantenerse unido alrededor de la Unidad Democrática, que, a su vez, debe seguir el rumbo de la necesaria, pero insuficiente, vía electoral. La Unidad debe organizar acciones pacíficas de protesta en todo el país, a partir de enero.

La situación de la Venezuela actual me recuerda, “mutatis mutandis”, la Nicaragua de finales de los años 1980. El sandinismo controlaba todas las instituciones, incluyendo al Ejército y el tribunal electoral; sin embargo, fue la Unidad Nacional de Oposición (UNO), con la candidatura de Violeta Chamorro, que logró vencer la neodictadura sandinista. Pero hay que recordar que la UNO tuvo un importante apoyo político de la comunidad democrática internacional y que algunos sectores, sin enfrentarse con la UNO, optaron por el camino de la resistencia a través de la llamada “Contra”. Que Dios bendiga a Venezuela.

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