LA BUENA NOTICIA – Década perdida
Los primeros 10 años del tercer milenio están llegando a su término. Han pasado “como un suspiro”, según la expresión del salmista al hacer su meditación sobre el tiempo. En efecto, los años “pasan a prisa y vuelan”, y para la mayoría, en países como el nuestro, “son fatiga inútil”, por las condiciones infrahumanas, injustas y de inseguridad. (Salmo 90). Por eso, ante la precariedad de la existencia es necesario aprender a vivir y saber adquirir un corazón sabio. Esto implica llenarse de fortaleza para enfrentar los desafíos y dificultades de hoy a partir del mañana de Dios, caminar en compañía de Jesús hacia el Reino del Padre, y dejarse mover por la acción del Espíritu Santo, que orienta en el discernimiento de los hechos históricos. Recordemos la enorme expectación que suscitó en muchos el hecho de cruzar la frontera de dos milenios. Algunos líderes religiosos saltaron a la palestra con discursos milenaristas portadores de mal augurio, como estrategia para ganar adeptos. No son más que embaucadores y charlatanes, al banalizar la propuesta religiosa. Mientras que muchos hombres y mujeres de fe madura vivieron aquel momento en actitud de asombro y gratitud con el Señor de la historia, llenos de esperanza y dispuestos a seguir luchando en la construcción de un mundo diferente. Esta misma actitud es la que queremos asumir frente a la realidad de hoy, pues vemos que es muy poco lo que hemos avanzado en la construcción de nuestro destino como nación. Desgraciadamente todavía no hemos encontrado la ruta de la paz y el desarrollo integral. Lo han denunciado los obispos guatemaltecos en su reciente Mensaje de Navidad, al afirmar que nos debatimos “en la vorágine de los asesinatos cotidianos, linchamientos, asesinatos de pilotos y ayudantes de buses, de mujeres y de niños inocentes”. Sucumbimos en la turbulencia de “la impunidad, en la pobreza creciente, en la incertidumbre de los desempleados, en el sufrimiento de los migrantes y deportados, en el desconcierto de la gestión pública, en la angustia de las familias que pasarán una Navidad dolorosa por la muerte de los seres queridos y sufrirán la escasez económica, que no les permitirá hacer ni siquiera una cena navideña en familia”.Ese cuadro fatal nos muestra que los primeros años del siglo XXI han sido una década perdida. No logramos la anhelada tranquilidad. A la violencia e inseguridad, al contrabando y al narcotráfico, a la debilidad de nuestras instituciones y a la creciente impunidad, se suma la extrema pobreza y exclusión social. Agrava el panorama contar con líderes mediocres y corruptos que quieren tenernos a pan y circo, con cohetillos y luces de colores, adquiridos probablemente con dineros mal habidos, mientras familias enteras sufren hambre, enfermedades y abandono.Comencemos la segunda década del presente siglo con el ánimo de ser gestores y partícipes de un nuevo rumbo para el país aportando lo mejor que somos y tenemos. El reto es reinventar la Nación. Esto será posible con ciudadanos que no se dejan corromper ni manipular; con gente imbuida de un espíritu altruista y de servicio, de mentalidad participativa e incluyente, y con hombres y mujeres de una sólida fundamentación ética y de un sentido religioso auténtico abierto al misterio de Dios. pvictorr@hotmail.com