TIERRA NUESTRA
Cambio político y unidad popular
El proceso orientado a combatir la corrupción y la impunidad ha dejado huella en nuestro país. La Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala apuntaló el trabajo del Ministerio Público. Una de las áreas más importantes se orientó a enfrentar las malas prácticas políticas en donde prevalece, por su importancia, el financiamiento ilícito. En ese contexto ya son varios los partidos políticos que han enfrentado procesos legales, además de docenas de miembros de los mismos que, aprovechando la inmunidad y el poder que les generó su posición, abusaron de la misma incurriendo en delitos tales como la generación de plazas fantasma, tráfico de influencias y enriquecimiento ilícito. Como resultado, el escenario político se presenta ahora mucho más depurado. La política ha dejado de ser —al menos significativamente— un codiciado objetivo para aquellos acostumbrados a promover prácticas ilegales y corruptas.
La ausencia de financiamiento ilícito desanima tanto a quienes tradicionalmente lo otorgaban prestos a recibir a cambio beneficios perversos, como a aquellos que los recibían aprovechando su condición de funcionarios públicos. Y a pesar de que la Ley Electoral y de Partidos Políticos no sufrió modificaciones significativas, la participación política de nuevas organizaciones y nuevos actores se perfila como una valiosa esperanza para el pueblo de Guatemala, que por primera vez en muchos años podrá elegir mejores candidatos para la Presidencia, el Vongreso y las alcaldías. El sistema político —aun cuando falta mucho al respecto— se presenta hoy mucho más prometedor a partir de las próximas elecciones. Son muchos —porque me consta— los esfuerzos que se están haciendo al respecto: estudiantes, profesionales, campesinos, obreros y pobladores, entre otros, se están reuniendo con mayor frecuencia preparándose para una potencial participación política. En todo el país están surgiendo y consolidándose este tipo de colectivos. Y lo más importante, se percibe la mayoría de las veces, una precisa interpretación de la realidad nacional, una tendencia a trabajar en equipos y, más importante aún, una disponibilidad abierta a la negociación y la unidad. Contrariamente a lo que la partidocracia tradicional apuntalada por la plutocracia ha venido repitiendo, respecto de que en Guatemala no hay líderes —como estrategia de neutralización de oposición— se percibe con entusiasmo una gran cantidad de guatemaltecos, hombres y mujeres, con liderazgo innato dispuestos a asumir su responsabilidad ciudadana de organizarse y participar en las próximas elecciones.
La mayoría de los guatemaltecos estamos de acuerdo en que el actual sistema político colapsó. Coincidimos, además, en que la política sí importa y mucho, porque de una elección depende el futuro de un municipio o del país en general. Consensuamos también en que solo la organización y la participación social puede resolver la severa crisis socioeconómica que vivimos, mediante el ascenso de nuevos actores políticos y funcionarios de Estado. Las alamedas para el cambio para el nuevo transitar de las organizaciones sociales están abiertas. El camino está cada vez más despejado. Esto implica no solo el surgimiento de un nuevo liderazgo político, implica además el compromiso de las bases sociales a trabajar arduamente para ganar posiciones de mando público y modificar la actual estructura del Estado, que además de obsoleta ha estado al servicio de una partidocracia corrupta e irresponsable. Organización, unidad y participación son ahora los pilares sociales para ese cambio trascendental que ya se anuncia en todo nuestro país.
manuelvillacorta@yahoo.com