DE MIS NOTAS

Acarreo y fiscales: la estrategia ganadora

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Independientemente de si los planes de gobierno son buenos o malos, si los problemas sistémicos de Guatemala pueden solucionarse mediante fórmulas lógicas y razonables, si las elecciones de Guatemala pueden remediarse votando nulo, si las elecciones de Guatemala pueden ganarse prometiendo el cielo y la tierra y un poco más, si en Guatemala la corrupción es un pacto de corruptos o un montón de corruptos tratando de quedarse con todo el pastel, si en Guatemala el discurso es entendido e interpretado correctamente desde las tarimas o es una acción esperada para demostrar fuerza y empoderar a las bases, si los millones de rótulos y pancartas que adornan con un insoportable hedor visual todo el país sirven para algo; todo eso no cuenta a la hora de las elecciones, según la perspectiva de este escribiente. Aquí en Guatemala lo que cuenta es el acarreo de gente para llevar a los votantes a los centros de votación, pagándoles transporte y entre Q100 y Q150 quetzales el próximo 24 de junio.

' Los resultados de los votos son tan buenos como los que los cuentan.

Alfred Kaltschmitt

Las filas de un partido esperando buses pueden pasar fácilmente a las filas del otro partido ofreciendo dinero rápido si hay atraso.

Y luego, ya en las urnas, no hay certeza de que voten. A algunos les exigen una foto de la papeleta, dicen. Quizás algunos tengan esos frijolitos inteligentes, quizás no. El hecho es que el acarreo, sin duda, incide en el día de las elecciones.

Luego viene todo lo relativo a las decenas de miles de fiscales que se requieren para “cuidar” que los partidos contrincantes no se roben los votos. Si no hay un fiscal de ellos observando cada papeleta, ellos mismos pueden extender una línea afuera del cuadro y declararla nula, o declararla nula aunque no lo esté, porque al final del día, para descubrir la trampa y reclamar la revisión, tendría que revisarse uno por uno, y eso no se puede hacer, ya que una vez que se suben las actas digitalizadas a la “nube”, los votos quedan olvidados y sellados ad infinitum. Los reclamos tienen poco peso, como se demostró en la última elección. Hubo muchas quejas legítimas y pocas reacciones por parte del TSE.

Algunos aseguran que en la Guatemala de hoy se ha modernizado en el sentido de que las redes tienen impacto y generan un poder de convencimiento en ese núcleo suficientemente grande como para incidir en el conteo final.

Esto está por verse, ya que las encuestas, por muy bien hechas que estén, solo son representativas de una muestra del universo de la población. La Guatemala profunda tiene sus propias formas de votar, siempre mirando hacia el cacique y los vecinos de al lado. Se inclinan por seguir a la mayoría, confirmando así ese fenómeno sociológico de no ser la oveja negra entre las blancas ovejas de la mayoría.

El voto pensante representa un pequeño porcentaje que proviene de los centros urbanos. Es lamentable admitirlo, pero su influencia es escasa y tiene un impacto limitado.

Sin embargo, lo que sí puede incidir en estas elecciones son las acciones subversivas electorales. Desde cajas de tachuelas esparcidas estratégicamente en las rutas, hasta buses atravesados en vías estratégicas, a antenas de torres de transmisión dañadas por tiros de armas de grueso calibre.

Más todo lo que ya ha ocurrido en elecciones pasadas: ataques directos a los centros de votación por parte de hordas de inconformes pagados o automotivados.

Mal pensado que es uno, ojalá me equivoque y que estas elecciones sean un ejemplo de virtuosidad democrática.

En Dios confiamos.

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