DE MIS NOTAS

Acciones impredecibles en la política

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En la política los eventos inesperados puede que cambien la dinámica situacional en un instante. Son giros inesperados por situaciones que influyen en el electorado de una manera imprevista.

Tomo, por ejemplo, el surgimiento de Carlos Pineda hace unos meses, que de una manera sorpresiva inicia el fenómeno “antisistema, catapultándolo, de la noche a la mañana, en forma meteórica, a la preferencia del electorado. Comprobando la existencia de una insatisfacción “no recogida” por las mediciones: El hastío de un descontento ciudadano cultivado especialmente por la memoria politiquera de los últimos cuatro años de gobierno, pero también por un sistema clientelar, corrupto prevalente de la última década.

A partir de ese momento, todo el panorama político cambia. Los mercadólogos lo llaman “un cambio del mercado”, que, traducido a la política, es una demanda insatisfecha al ver que “nada cambia” en términos de satisfactores sociales. Léase infraestructura, sistema educativo, sistema hospitalario, atención burocrática aceptable, seguridad y empleos y, en términos generales, calidad de vida de los guatemaltecos.

Buena parte de esa insatisfacción puede devenir por la influencia de los millones de migrantes guatemaltecos que envían sus remesas cada mes, mismas que son la tabla salvadora de nuestra economía. Ellos son los que envían el mensaje de que nuestro sistema no funciona porque es incapaz de darles “eso” que allá en los Estados Unidos tienen.

En elecciones presidenciales muchas cosas pueden pasar que le dan ventaja a uno de los candidatos. Haciendo memoria de las diferentes elecciones presidenciales en Latinoamérica, viene a la mente el caso de López Obrador y Felipe Calderón, en 2006. Una acusación de corrupción y prochavismo de Calderón contra AMLO generó un cambio en las urnas a favor de este último. El resultado fue casi un empate: 36.89% -35.1%. Por cierto, AMLO nunca reconoció la derrota.

' En política, lo inesperado siempre sucede, decía Disraeli.

Alfred Kaltschmitt

Otro ejemplo de cómo ciertos sucesos pueden influir en los resultados de una carrera presidencial lo vemos en las elecciones de España 2004. Tres días antes de las elecciones, España sufrió los atentados del 11 de marzo en Madrid, los cuales se cobraron la vida de 191 personas y dejaron a más de 2,000 heridas. El gobierno del Partido Popular, liderado por José María Aznar, inicialmente atribuyó el atentado al grupo separatista vasco ETA, pero luego se reveló que el atentado fue obra de islamistas radicales. La gestión del incidente por parte del gobierno y las acusaciones de desinformación fueron claves en la inesperada victoria del Partido Socialista.

Y aquí de este lado del río Grande vemos cómo las acciones legales para suspender al partido Semilla, con fundamento o no, han favorecido a ese partido. De hecho, convirtieron esa situación en el leit motiv dominante de su campaña, utilizando estas acciones para hacer manifestaciones y actos de reclamo, aun después de que la Corte de Constitucionalidad les dio un amparo provisional que los llevará a la segunda vuelta sin problemas.

Nada está escrito sobre piedra en política. Evo Morales, buscando su cuarto mandato y ya con un rechazo considerable de los bolivianos, cometió un burdo fraude que generó manifestaciones y paros. Salió a refugiarse en México. AMLO lo acogió como víctima. Un año después llamaron a elecciones y “su” candidato Luis Arce, de su mismo partido, ganó cómodamente. Evo regresó. Bolivia sigue enfrentando sus problemas estructurales y ha convertido a China en su principal aliado para explotar sus recursos naturales.

Como dijo Macchiavello: “ El azar es un elemento fundamental en la política”.

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