META HUMANOS

Amatitlán: Una oportunidad de hacer posible lo imposible

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El viernes uno de abril, 75 guatemaltecos diversos en edad, procedencia, competencias técnicas, talentos, perspectivas y experiencias de vida, viajamos desde diferentes regiones del país para reunirnos en Amatitlán y participar en la Cumbre Agua y Biodiversidad, organizada por Nueva Narrativa.

' En la Cumbre del Agua fue posible hacer lo que parecía imposible: que guatemaltecos diversos trazaran metas compartidas desde la confianza, sin confrontación, activando (por diseño) la Inteligencia Colectiva.

Claudia Hernández

Fue la tercera de cinco cumbres, que, desde febrero de este año, permiten conectar a líderes diversos, que a través de sus proyectos e influencia están ya construyendo la Guatemala del futuro.

La Cumbre de Amatitlán, -como algunos la han llamado-, fue una oportunidad para hacer posible, lo que en Guatemala parecía imposible: Inspirar a un grupo muy diverso, a trazar la visión que nos permitirá asumir juntos un reto compartido, desde la confianza, sin confrontación, activando (por diseño) nuestra Inteligencia Colectiva.

A lo largo del día, fuimos generando las condiciones favorables para lograrlo.  Decidimos confiar, guardar el ego y disponernos a aprender del otro.  Elegimos enfocarnos en lo que nos une, en vez de lo que nos hace diferentes. Nos dimos permiso para conectar nuestra mente y nuestro corazón con el invitado especial:  El Lago de Amatitlán.

Al verlo de frente, -desnudo y vulnerable-, tomamos consciencia de su enorme potencial y de sus enormes amenazas.  A partir de ese momento, no hubo espacio para la duda, ni temor para dar el siguiente paso.  Decidimos compartir -sin celos, ni prejuicios –, ideas y proyectos inspiradores, que ya están dando frutos, para proteger el agua y la biodiversidad de Guatemala, empezando por el lago de Amatitlán.

Nos dimos cuenta de que detrás de los proyectos, hay un rostro y una historia.  Como la mujer Xinca que con valentía despierta la consciencia ambiental en sus comunidades; el deportista del buceo que, junto a su equipo, ha sacado toneladas de basura del lago de Atitlán, o el ingeniero que, incansablemente trata las aguas residuales más contaminadas.

Escuchamos la experiencia de la bióloga que rescata los barrancos; el operador de turismo que teje puentes y genera divisas y el abogado que, en un ambiente adverso, promueve los marcos jurídicos para proteger nuestros recursos naturales.

Nos inspiramos con el heroísmo de la servidora pública que no se da por vencida, venga el gobierno que venga; del empresario que lleva agua purificada a más de un millón de familias en el país, y del guardabosques que perdió la vida defendiendo la Reserva de la Biosfera Maya.

Después de vernos a los ojos, el lago, como si fuera un enorme espejo, reflejaba lo que a momentos vemos en nuestro propio ser, en nuestros proyectos y en nuestro entorno:  Luces y esperanza. Dolor y sombra.

Conscientes de que los retos son enormes y nos superan a todos, reconocimos que las rutas de solución pueden ser diversas, más necesitan ser articuladas desde un enfoque sistémico e implementadas a una escala masiva, a través de acciones individuales y colectivas.

Para lograrlo, decidimos alinear nuestros propósitos individuales, al servicio de un propósito mayor al de todos, articulado a tres niveles:  1) Co-creamos la visión compartida, el sueño, para el 2032; 2) Identificamos los mínimos comunes para pasar del sueño a la realidad y 3) Definimos las acciones clave a implementar en el corto plazo, empezando en Amatitlán.

Las siguientes dos cumbres (los niños y las niñas y bienestar), seguirán creando las condiciones favorables para lograr lo que antes parecía imposible: construir colectividad, recuperar nuestro tejido social y construir una narrativa sólida y potente para inspirar desde el hoy, la construcción del sueño guatemalteco.

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