La antorcha
¿Ambigüedad en la ONU?
El gobierno puede y debe definir con mayor precisión su agenda estratégica.
El presidente de la República, Dr. César Bernardo Arévalo de León, presidió, a ocho meses de haber tomado posesión en condiciones de precariedad política, una delegación gubernamental a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), cuya mayoría de miembros iba por primera vez al foro multilateral más representativo del mundo. Paradójicamente, esta institucionalidad internacional sufre quizá su momento de mayor incertidumbre y de ausencia de consensos críticos desde su fundación en 1945. Así lo manifestó en su discurso el secretario general de la ONU, el portugués Antonio Guterres, quien lleva la responsabilidad de conducir la institucionalidad del sistema y cuya secretaría enfrenta cada una de las amenazas y conflictos globales. Si bien propuso a discusión y votación el Pacto del Futuro, fue evidente en esta 79 Asamblea General que la ONU al día de hoy más pareciera ser una Torre de Babel.
El gobierno puede y debe definir con mayor precisión su agenda estratégica.
El presidente Arévalo tuvo la oportunidad en este contexto complejo e incierto de definir los lineamientos estratégicos de Guatemala y dar a conocer algunas acciones derivadas de ello en los ámbitos tanto nacionales como internacionales de una manera comprensiva, clara y asertiva.
Inició la intervención central de su agenda, en su calidad de Jefe de Estado y de Gobierno, con un mensaje a la Asamblea General en lengua quiché y esta intervención la concluyó citando al libro sagrado del pueblo maya, el Popol Vuh, “que todos se levanten y que nadie se quede atrás”. Se infiere por lo expresado en esta y otras intervenciones menos formales en la ONU que el presidente Arévalo ha sostenido reuniones con la influyente y respetada Cofradía Indígena de Chichicastenango del pueblo quiché y otras representaciones indígenas. Es muy importante que la ciudadanía conozca públicamente de este proceso y que se aborde abiertamente, sin ningún prejuicio, con suma seriedad y respeto. Estos temas son sin duda alguna de interés tanto del ámbito nacional como del internacional.
En el marco de las celebraciones del 13 Baktun, como una referencia de la importancia y participación de la Cofradía indígena de Chichicastenango, se promovió en Guatemala el I Diálogo de Civilizaciones, el pasado como una ventana al futuro. Científicos de las cinco civilizaciones antiguas (maya, china, Valle del Indo entre India y Paquistán, egipcia y sumeria), intercambiaron sus valiosos conocimientos y experiencias. Este evento culminó en Chichicastenango en un acto solemne en la habitación donde se transcribió el Popol Vuh presidida por don Tomás Calvo Mateo (QEPD), un líder indígena quiché, excepcional, profundamente sabio y muy respetado. Me honró don Tomás en esa memorable ceremonia con la imposición del sute.
Las intervenciones genéricas del presidente Arévalo, más allá de estas referencias sobre los pueblos mayas, que no elaboró dentro de una clara estrategia nacional, mantuvo una línea de conceptos de orden nacional que encajan dentro de lo que pudo haber sido un discurso de inauguración de su mandato presidencial del 14 de enero pasado.
En el ámbito de una agenda internacional el presidente Arévalo en términos generales adoptó en varios temas de interés una posición de ambigüedad salvo el asunto de Belice. El tiempo transcurre aceleradamente y el gobierno puede y debe definir con mayor precisión su agenda estratégica y evaluar en estos meses de fin de año el desempeño de sus ministros y asesores. Guatemala está en una transición de gobernabilidad que no termina de afianzarse y que requiere para ello un gobierno de amplia base política cuyos pilares descansen sobre un acuerdo de unidad nacional.