En el mensaje de Navidad del rey Felipe VI de España dijo que las democracias están expuestas a muchos riesgos de los cuales tres le parecen los más importantes: 1) La división, 2) el deterioro de la convivencia, y 3) la erosión de las instituciones.

Sobre la división, dijo el rey que “la división hace más frágiles a las democracias; la unión, todo lo contrario, la fortalece”. En América Latina, desde la creación del Foro de Sao Paulo, por Fidel Castro y Luiz Inácio Lula da Silva en 1990, es bien marcado el argumentario de la división. Esos líderes de izquierda y otros que han emergido a través de los años les ha servido para dos propósitos: 1) Vivir de la política y 2) Al llegar al poder, enriquecerse vía actos de corrupción. En muchos casos no solo han sido evidenciados sino también encarcelados, pero que con sistemas judiciales corruptos han logrado salir.
En Guatemala vemos a grupos extremos como el Comité de Desarrollo Campesino (Codeca), el que se agencia de fondos vía el hurto de energía eléctrica y la recepción de fondos internacionales ilegales. A todas luces hacen campaña anticipada y luego usan el brazo político MLP para elecciones. Con todas esas ilegalidades fomentan la división: discurso contra los ricos, contra los terratenientes, etcétera, y a favor de lo que políticamente han llamado estado plurinacional, el cual no es más que más división en un Estado. También hay otros actores que dividen y por eso en este año electoral hay que poner mucha observación porque dividen en discurso y engañan al votante. La elección en Brasil es un vivo ejemplo de la división. Prácticamente la mitad del país votó contra Lula da Silva. En lugar de iniciar su mandato buscando unidad nacional inició confrontando y agrandando el aparato estatal vía la creación de varios ministerios, donde lo que busca es dar empleo a muchos que votaron por él y así tener menos presión en el tiempo. Pronto habrá noticias del mal rumbo de la economía brasileña. Similar en Perú, donde Pedro Castillo, el autogolpista presidente que en lugar de buscar soluciones para todos y buscar la unidad siempre buscó la confrontación. Hay que analizar a Chávez y Maduro en Venezuela, a Evo Morales y Luis Arce en Bolivia, a Kirchner, la esposa y al actual mandatario en Argentina, a Boric en Chile, a Petro en Colombia, etcétera. En todos hay efectos negativos en la economía.

Sobre el deterioro de la convivencia dijo el monarca que “se requiere en nuestra vida colectiva el reconocimiento en plenitud de nuestras libertades junto al respeto y la consideración de las personas, a sus convicciones y a su dignidad, que necesita guiarse por la razón”. En Guatemala el discurso emocional de algunos ha logrado espacio en la política. Ofrecen y ofrecen y luego no cumplen, pero desafortunadamente mucha de la propuesta es con faltas de respeto y sobre todo con mentiras. Los ciudadanos debemos ser muy cautos al elegir. Debemos tener la información de los candidatos —honorabilidad, vida de familia, calidades morales, hoja de vida académica y laboral, y logros— para que vía evaluaciones tomemos la mejor decisión en el voto.

Sobre la erosión de las instituciones dijo Felipe VI: “Es necesario fortalecerlas y que sean instituciones sólidas que protejan a los ciudadanos, atiendan sus preocupaciones, garanticen sus derechos” y “que respondan al interés general con respeto a la Constitución y a las leyes, y sean un ejemplo de integridad y rectitud”.

Sobre esta preocupación hay mucho que revisar porque, empezando por la Cicig, podemos ver en el libro de Carlos Sabino “La Cicig: ¿experimento o conspiración?”, el daño que por objetivos ideológicos fueron poco a poco retorciendo leyes y reglamentos, debilitando las instituciones y debilitando el estado de Derecho.