PLUMA INVITADA
Ansiedad en la época de Barbie
Fue el “verano del poder femenino”, un tour de force liderado por una troika con purpina. Con casas de los sueños rosas, canciones y lentejuelas, Barbie, Taylor Swift y Beyoncé mantuvieron la economía a flote y la confianza de las mujeres por los cielos.
' Estas jóvenes parecen tenerlo todo, pero son incapaces de disfrutar plenamente de una etapa de su vida que debería estar llena de aventuras y promesas.
Maureen Dowd
Por eso me entristecí cuando, hablando con amigas que dejaban a sus hijas en la universidad, oí hablar de la ansiedad endémica, los campus inundados de ISRS (estimulantes de la serotonina presentes en fármacos como Prozac y Lexapro) y las largas esperas para recibir terapia.
Es un tema importante entre las madres: sus hijas que luchan contra la ansiedad o los efectos de los ansiolíticos, que pueden incluir aumento de peso y pérdida de libido. Muchas jóvenes universitarias oscilan entre la ansiedad sin pastillas, y el adormecimiento y la inseguridad corporal con ellas.
Estas jóvenes parecen tenerlo todo, pero son incapaces de disfrutar plenamente de una etapa de su vida que debería estar llena de aventuras y promesas.
“El regreso a clases solía ser una época de entusiasmo por el futuro: cuadernos nuevos, útiles recién comprados”, reflexionó una amiga, madre de una hija adolescente. “Pero da la sensación de que la gente se está sumiendo en la tristeza. Todo el mundo busca un psiquiatra en vez de un lápiz afilado”.
La canción de Billie Eilish, “What Was I Made For?”, en la película “Barbie” se convirtió en el himno de las jóvenes ansiosas y deprimidas, en parte porque Eilish ha hablado abiertamente de sus dificultades cuando tenía entre 12 y 16 años, de sus pensamientos suicidas, autolesiones y dismorfia corporal.
A primera vista, la letra habla de una muñeca que se transforma en ser humano, pero Eilish, de 21 años, dice que también refleja su propia agonía.
Solía flotar, ahora solo me caigo
Solía saber, pero ahora no sé bien Para qué fui hecha. … No sé cómo sentirme Pero algún día, tal vez lo logre. … ¿Cuándo se acabó? Toda la alegría Otra vez estoy triste, no le digan a mi novio No está hecho para eso.La angustia de los adolescentes se ha analizado a fondo en los últimos años: el daño que causan las redes sociales, los algoritmos de microfocalización que exacerban la envidia, el conflicto y la división política, los interminables tiroteos en los colegios, el aislamiento por la COVID, un planeta devorado por las llamas y las inundaciones, una cultura de “nunca es suficiente” consumo y logros, adultos ansiosos que crean una atmósfera de nerviosismo, una sociedad conectada digitalmente pero sin conexión emocional ni espiritual.
“Los jóvenes están recibiendo mucha información alarmante y, debido a los dispositivos digitales, ellos —como muchos de nosotros— están recibiendo información todo el día, todos los días”, dijo Lisa Damour, autora de “The Emotional Lives of Teenagers”.
Va más allá de los jóvenes. The Wall Street Journal publicó en portada un artículo sobre “El floreciente negocio de la ansiedad en Estados Unidos” que empezaba así: “Si buscamos ‘alivio de la ansiedad’ en Google, aparecen enlaces a suplementos en forma de pastillas, parches, gominolas y esprays bucales. Hay dispositivos vibratorios que se cuelgan del cuello y ‘tonifican el nervio vago’, peluches cargados de peso, bolas antiestrés llenas de cuentas y libros para colorear que supuestamente calman”.
La portada de Newsweek le dice a “una generación presa de la ansiedad climática”: “No pierdas la esperanza”. La aplicación Calm añadió meditaciones y conferencias sobre la ansiedad, entre ellas: “Piano de fieltro para la ansiedad”, en la que el pianista pone fieltro entre los martillos y las cuerdas para un sonido más relajante.
Incluso la comedia romántica se ha visto afectada. En un avance de “What Happens Later”, con Meg Ryan y David Duchovny, el personaje de Duchovny dice: “Me diagnosticaron ansiedad anticipatoria”.
Laurence Steinberg, autor de “You and Your Adult Child”, afirma que la ansiedad aumenta considerablemente entre las mujeres en la primera mitad de los 20 años, cuando el cerebro aún es plástico.
Según Steinberg, las mujeres y los hombres jóvenes se sienten angustiados por el costo de la vivienda, el cambio climático, el racismo y los prejuicios, y las mujeres jóvenes también se ven afectadas por las amenazas a su salud reproductiva. (El historiador Adam Tooze dijo que el mundo está en “una policrisis”).
“Muchos de mis amigos con hijos adultos han tenido que ir a terapia porque están muy estresados por los problemas de sus hijos”, señaló Steinberg.
Sugirió que hay que enseñar mecanismos de afrontamiento. “No creo que debamos limitarnos a repartir pastillas y pensar que eso va a solucionar el problema”, afirmó.
Tal vez las mujeres sufran más porque están más conectadas a las emociones y más centradas en la conversación, las relaciones, la intimidad, la crianza y la comunidad femenina, como vemos que sucede desde los tiempos de los cazadores-recolectores hasta las novelas de Jane Austen y “Real Housewives”.
La hija de 19 años de una amiga, que tomó Prozac durante un tiempo, explicó: “El COVID sucedió justo cuando estábamos entrando en el mundo y empezando a vernos por primera vez como seres sexuales, como tu propia persona, tu propia mujer. Lo único que podíamos hacer era obsesionarnos con TikTok, que está lleno de desinformación. El mundo era apocalíptico afuera, mientras que en casa nuestro mundo también era un poco apocalíptico porque estábamos perdiendo el sentido de nosotras mismas”. Pero, como dijo en un mensaje que le envió a su madre el viernes: “Estaremos bien. Las mujeres salimos adelante”.
©2023 The New York Times Company