LA BUENA NOTICIA
Beato Santiago Miller
Este sábado 7 de diciembre tiene lugar en Huehuetenango la beatificación del Hermano James Miller, quien utilizó el nombre de Santiago durante su ministerio en tierras de Centroamérica. Había nacido en 1944, en Wisconsin, Estados Unidos. Ingresó al instituto de los Hermanos Cristianos, conocidos también como Hermanos de La Salle, cuya misión ha sido llevar educación a los que carecen de la oportunidad. Tras profesar los votos religiosos, trabajó en instituciones educativas de su instituto en Minnesota, Estados Unidos; en Bluefields, Nicaragua; y finalmente en Huehuetenango, donde murió víctima de disparos, el 13 de febrero de 1982.
' De haberse quedado en Nicaragua, habría sido asesinado por la izquierda revolucionaria.
Mario Alberto Molina
En Nicaragua trabajó unos 10 años. Acató en 1979, a regañadientes, la orden de sus superiores de abandonar el país y volver a los Estados Unidos, porque se pensaba que su vida estaba amenazada por los sandinistas, que creían que él era un colaborador del régimen somocista simplemente porque apoyó un proyecto de ampliación de la cobertura educativa en la región impulsada por el régimen. Es decir que, de haberse quedado en Nicaragua, habría sido asesinado por la izquierda revolucionaria.
Estuvo en Estados Unidos un par de años, pero quiso volver a Centroamérica, a pesar de los riesgos que eso suponía. En enero de 1981 vino a Guatemala. Para entonces varios sacerdotes y religiosos extranjeros y nacionales ya habían sido asesinados aquí. Por lo tanto, era una opción de ponerse en peligro de muerte por llevar educación y Evangelio. En esta ocasión su misión comenzó a desarrollarse en el Colegio La Salle, de Huehuetenango, un centro educativo cuyos alumnos son predominantemente mayas. Además de educador, tenía fama, desde años atrás, de ser “manitas” para arreglar asuntos de albañilería, electricidad o plomería.
En la tarde del 13 de febrero de 1982, mientras estaba encaramado en una escalera, en su trabajo de “arréglalo-todo”, en presencia de alumnos internos que lo ayudaban en el trabajo, tres encapuchados entraron y lo abatieron a tiros. Nunca se supo su identidad. La investigación se arrastró por años, sin resultado. La única sospecha verosímil indica que los perpetradores tenían vínculos con el ejército de Guatemala, pues la comunidad de los Hermanos de La Salle en Huehuetenango mantenía una especie de pulso con el destacamento militar, en torno a la conscripción forzosa de jóvenes adolescentes. Algunos de los conscriptos eran alumnos residentes del centro educativo, y ser estudiante, en otros contextos más ladinos y urbanos, servía de exención para prestar el servicio militar y entrar en combate y muerte probable.
El Hermano Santiago lleva sobre sí un martirio de significado especial. Fue víctima del odio a la Iglesia y a la fe de parte de aquellos que con poco discernimiento no supieron distinguir los pocos que entre el clero simpatizaban con la subversión y el comunismo y los muchos que no. Veían en cualquier clérigo católico ocupado en trabajo social, como el educativo, un enemigo que abatir. El Hermano Santiago es uno de los cientos de víctimas inocentes del tiempo del conflicto armado, que sin haber hecho personalmente nada que pudiera ofender a sus victimarios fue blanco de su odio mortal, simplemente por ser miembro de la Iglesia católica y por realizar actividades de promoción humana. El Hermano Santiago, como los Santos Niños Inocentes del tiempo de Jesús, fue víctima del ensañamiento de quienes veían enemigos por todas partes, cuyas luces intelectuales no alcanzaron más que para imaginar que se podía defender la patria por medio de la tierra arrasada, la evisceración de mujeres indígenas y el asesinato con alevosía e impunidad.