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Brusquedad gubernamental

Representantes del partido de gobierno actúan sin miramientos ni prudencia.

La rudeza para ganar notoriedad y propaganda gratuita se ha vuelto constante. Está fresco el escándalo protagonizado entre las diputadas Greicy Domenica de León de León y Elena Sofía Motta Kollef, el 29 de abril. La representante Motta, electa en planilla del partido Movimiento Semilla, se desplazó para generar ese incidente: cuando arriba a la línea de asientos del escritorio del presidio, de espaldas, y da marcha atrás contra de León, para empujarla a la silla. Esta, a su vez, la empuja, por lo que Motta, enfurecida, le jala el pelo. Lo más fácil es dejar de relatar los hechos para lanzar una culpa compartida. Pero está claro el inicio del incidente y está un video grabado.

Terrible: dos autoridades nacionales acometen a funcionario en la sede diplomática de México.

No solo ocurre en el país. Similares casos hubo en los parlamentos de Japón, en 2015; en Corea, cinco en 2006 y 47 en 2008. El año pasado, el legislador Leonardo Donno, de Italia, fue llevado al hospital, para evaluarlo por los golpes recibidos en la cabeza, en hecho semejante. Frente a la pasión desbordada, cabe la burla, la denigración del agresor o hacerse el tonto, sin fijar responsabilidades.

El 28 de mayo, los diputados Brenda Mejía y Luis Ventura fueron a la Ciudad Universitaria de la zona 12. En su visita no tuvieron en cuenta el artículo constitucional 161, inciso c, donde se establece que las prerrogativas de los diputados no les autorizan arbitrariedad ni exceso de iniciativa personal. Entre las explicaciones para aparecer en actitud retadora en un jardín infantil, señalaron la presencia, entre el personal, de dos sexo-servidoras y de no atender adecuadamente la limpieza. La visita terminó en golpes e insultos. Un desacuerdo en una escuelita sirve para convocar un equipo de filmación, convocatoria a periodistas, así como notificación a sindicatos universitarios. Todo para aclarar origen de empleados y estado de basureros. Sin comunicación directa alguna, con la directora del establecimiento para conocer los hechos.

El 30 de mayo, en la Embajada de México, las diputadas Mercedes del Rosario Monzón Escobedo y Motta de nuevo, con desprecio del lugar donde se encontraban, acometieron contra el rector de la Usac, Walter Ramiro Mazariegos Biolis, quien puso pies en polvorosa. Quede de lado la situación de la única universidad pública y sus luchas políticas internas. Al fijar la atención en la actuación de las diputadas, resulta un auténtico bochorno nacional.

El artículo 22 de la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas establece que la sede diplomática es inviolable y el Estado receptor tiene la obligación de protegerla contra intrusión o daño. En este caso, dos representantes de un organismo de Estado, sin base legal, acometieron a una persona que se encontraba en la embajada en un acto cultural. No importa si el agredido era o no un corrupto a criterio de las representantes. Se cometió una intrusión por dignatarias locales. En consecuencia, sin contar con la autorización del embajador, no se puede emprender actuación de ningún tipo, ni siquiera con orden judicial.

Los enemigos del gobierno se desempeñan como jaurías enfurecidas. Al sonido del silbato, se les ordena el ataque, pero son incapaces de razonar y fortalecer sin afán sectario al Estado democrático de derecho. Debieran tener canales de comunicación con las autoridades del Gobierno, del Legislativo y Judicial, para poner alto a estas actuaciones. También, el Ministerio Público debía dejar de estar armando casos endebles y, por el contrario, no dejar pasar actuaciones ilegales con alto grado de provocación de futura violencia o complicaciones internacionales innecesarias.

ESCRITO POR:

Antonio Mosquera Aguilar

Doctor en Dinámica Humana por la Universidad Mariano Gálvez. Asesor jurídico de los refugiados guatemaltecos en México durante el enfrentamiento armado. Profesor de Universidad Regional y Universidad Galileo.