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Cada pueblo tiene los gobernantes que merece

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Cada pueblo tiene los gobernantes que merece. Un proverbio que acuñó el filósofo francés Joseph De Maistre en el contexto de la revolución francesa, pero que hoy se aplica perfectamente a la realidad guatemalteca porque refleja la indiferencia y flojera de nuestra población.

' Suena duro decirlo, pero los políticos que están compitiendo en estas elecciones son el reflejo de una sociedad indiferente y muda.

Brenda Sanchinelli

Un pueblo habituado a pensar que su única participación radica en ir cada cuatro años a las urnas y emitir un mal voto para escoger a los verdugos que nos deben gobernar los próximos cuatro años. La cultura de callar, cruzar los brazos y dejar que otros actúen por nosotros es un gran mal que ha ido deteriorando la escasa democracia que habíamos alcanzado. En cualquier país del mundo (incluso en dictaduras) hallará que la gente sale a manifestar sin temor, o toma alguna medida de acción, protestan y hacen temblar a los representantes.

Los gobernantes aquí están confiados del carácter de un pueblo apaliado, pasivo, cobarde, ignorante e indiferente. Los únicos que manifiestan (y porque les pagan) son los de Codeca, que por cierto lo hacen de una manera equivocada y odiosa, obstruyendo carreteras. De allí, en la época moderna, solo cuando el pueblo manifestó su descontento en el 2015 —y sí funcionó—, pero era porque estaba aquí la Cicig, y entonces la gente se sentía protegida y segura, sacando un poco de valor.

Es importante entender que la historia demuestra que las grandes transformaciones sociales en el mundo se han originado gracias al poder ejercido por el pueblo, cuando unidos por un mismo fin y artos de los abusos de poder luchan por su libertad y derechos para lograr un cambio.

Es lamentable observar a candidatos que hace poco tiempo desfilaron por los tribunales de justicia, en cárceles nacionales y extranjeras, acusados de corrupción. Luego salen y burlándose de la ley, con una sonrisa de oreja a oreja, ya están participando de nuevo en las elecciones generales. Incluso declaran sentirse ofendidos.

Nuestra sociedad ha callado por largo tiempo, y hoy estamos pagando la factura. Tenemos a “mareros de cuello blanco” como candidatos, y no a estadistas. Participar no es únicamente salir a las calles a protestar a favor o en contra de algo, votar en las elecciones o expresar puntos de vista en Tik Tok. La mayor y mejor participación se da cuando el pueblo es parte de la toma de decisiones. Por ejemplo, aquí tenemos 20 mil abogados, y ninguno de ellos se manifiesta, mucho menos colegiadamente, para expresar soluciones legales, a la ilegalidad que tenemos en este país. O también podríamos votar nulo y no por el “menos peor”, según la propia concepción de cada quien.

Es cierto que nuestras leyes obsoletas (hecha la ley, hecha la trampa) protegen la corrupción, y los congresistas se niegan a legislar para acabar con este círculo vicioso que nos está llevando a tocar fondo. Ya no podemos seguir siendo gobernados por políticos corruptos, busquemos otro camino. No es posible que en nuestro país no exista alguna institución política que no esté contaminada de corrupción, escándalos, robos y abusos.

Ya no más indiferencia e ignorancia, por favor, hoy estamos a punto de perder nuestro país, por miedo a actuar y luchar por nuestros derechos. Todos los medios internacionales comentan sobre la terrible situación de Guatemala, se han pronunciado con gran preocupación la Unión Europea y el gobierno de Estados Unidos, pero nadie vendrá a ayudarnos o a intervenir, somos nosotros mismos los que debemos buscar soluciones. De otra manera tendríamos que tener a un Bukele, si quisiéramos que otro hiciera por nosotros el trabajo, pero no existe en Guatemala nadie con este perfil. ¿Entonces, una vez más se quedará sin hacer nada o actuará?

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