LA BUENA NOTICIA

Campaña “Denles ustedes de comer”

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En la Buena Noticia de mañana, el Resucitado “se hace compañero de camino” de dos discípulos, golpeados espiritualmente por lo que creían era el “fracaso de la cruz”. Su caminar es silencioso, para escuchar el drama que los atormenta. Un camino solidario, impulsado más no por el deseo de revelar un espectáculo asombroso —un muerto que ahora está vivo—, sino de confortar los corazones, con la Palabra que en el fondo es el mismo Divino Caminante: y luego, con la fracción del Pan —la Eucaristía que a tantos está faltando en la cuarentena ordenada por motivos sanitarios—. Jesús actúa “abajándose” a la situación moral de los caminantes, y si “reprende su dureza de corazón” no se aparta de su camino y acepta entrar con ellos en la aldea de Emaús.

' “Si aceptamos a Cristo, hagamos las obras de Cristo, marchemos por los caminos del Evangelio”. (Papa Francisco)

Víctor Palma

Contemplando la actitud del Resucitado, la Iglesia se propone, con la acción del Espíritu Santo: 1) Salir y hacerse compañera misericordiosa de “toda persona en todo camino de la historia”: como el Buen Samaritano a encontrar al herido de la vía entre Jerusalén y Jericó; salir al encuentro del entierro del hijo único de la viuda de Naím, salir en fin, aunque llevando su cruz como Cristo en la Vía Dolorosa, pensando más en el otro que en sí mismo: “Hijas de Jerusalén, no lloren por mí, lloren por sus hijos” (Lc 23,28); 2) Este vivir el camino del “acompañamiento”, como lo llama el Papa Francisco, implica “ser Iglesia en salida”, capaz de asumir “los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres, acogiéndolos en el corazón de los discípulos” (Vaticano II, Gaudium et spes 1); 3) Especialmente ahora, en Guatemala y el mundo, atormentados a largo plazo por la pandemia del Covid-19 y sus duras consecuencias económicas y sociales, Ella, la discípula de Cristo está llamada a “dar desde su pobreza” la Buena Nueva que llama a la solidaridad: “Denles ustedes de comer” (Lc 9,23). Es la frase sorpresiva, inaudita, con que Cristo responde a sus discípulos que le hacen advertir “que no tienen los medios” para socorrer el hambre de tantos, y que la tarea es imposible. Pero he aquí que, antes de actuar el milagro, esa indicación del Maestro es “a multiplicar la caridad como responsabilidad en primera persona”: “Las pequeñas acciones son las responsables de los grandes cambios” (Paulo Cohelo -1947- Manuscrito de Accra); 4) Una acción que parte del cristianismo genuino —los medios eclesiales son verdaderamente irrisorios— y se une a tantas hermosas iniciativas guatemaltecas de estos días: a los espíritus nobles que alimentan a los demás sabiendo que “No solo de Pan vive el hombre, sino de la Palabra que sale de la boca de Dios” (Mt 4,4); 5) Iniciativa que surge del sentido ético cristiano contrario a la indiferencia: que emana como signo contrario al egoísmo, ataque al hermano migrante, etc, con que el pánico deforma los corazones; 6) Sin ser una ONG, la campaña de la Conferencia Episcopal se dirige a la solidaridad entre familias, con lo poco que tienen —al estilo de “cinco panes y dos peces”— para curar el terrible mal de una fe divorciada de la vida, del sentido humano y sobre todo cristiano, como advertía San Juan Pablo II: “Si aceptamos a Cristo, hagamos las obras de Cristo, marchemos por los caminos del Evangelio” (Homilía Campo de Marte 7 marzo 1983).

Que el Santo Hermano Pedro, el “hombre que fue caridad” en los caminos de enfermos y empobrecidos, ilumine y fortalezca esta iniciativa (VEA: La Iglesia Católica habla, en TN23 y canales 3, 7, 11 y 13 este domingo 26) y nos libre de los peores contagios —pánico y egoísmo— con su inmortal advertencia: “Acordaos hermanos, que un alma tenemos, y si la perdemos, no la recobramos”.

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